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Anónimo {{'2023-06-11T12:36:00.000Z' | moment 'DD/MM/YY HH:mm'}} /#/ 4080

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Sigo con la historia del 2° encuentro con mi prima.
Poco más de un año de nuestra primera vez, con mi familia hicimos un viaje al extranjero, entre quiénes viajábamos estaban mi familia y la de mi prima. Con Fernanda siempre fuimos como hermanos, y estos viajes juntos eran regulares, sin embargo, durante el año que pasó después del primer incidente nos distanciamos un poco. por la vergüenza de haber hecho lo que hicimos siendo familia muy cercana.
En ocasiones hablamos sobre lo que ocurrió, y quedamos en no volver a hacer algo sexual a menos que estuviéramos seguros de no poder ser descubiertos y de que tener protección a mano. Lo máximo que hicimos en esos 15-16 meses fue masturbarnos uno frente al otro un par de veces y frotarnos por encima de la ropa, pero ya no nos juntábamos tan seguido fuera de reuniones familiares por los nervios y excitación que nos generaba tenernos cerca.
Como mi ciudad es agreste y aburrida en las vacaciones de invierno, nuestro destino fue una ciudad cálida y tropical, en un complejo con cabañas donde cabían varias personas. Por la cercanía entre mi mamá y su hermana, madre de Fernanda, nos quedamos en la misma cabaña, y ya tenía el presentimiento de que eso generaría tensión nuevamente.
Y así comenzó a ser, con el calor de la zona todos pasamos las tardes en una de las tantas piscinas del resort. El verano de ese año no vi muchas veces a Fernanda en bikini en mi piscina, porque sabíamos que vernos en esa situación muy seguido podría generar que hiciéramos alguna locura y nos atraparan. Eso cambiaría en esta ocasión, dónde por días pude apreciar los sutiles cambios en su cuerpo.
Seguía siendo una chica delgada y no muy voluptuosa, pero además de crecer un poco en estatura, su figura se había tornado un poco más femenina, con caderas más anchas, muslos carnosos y cinturita un poco más fina.
El primer día evité nadar muy cerca de ella, pero después de un par de jornadas volvimos a la misma dinámica que ocurría en mi casa. Estando muy cerca. rozó mi pene erecto con las yemas de sus dedos, y al tenerla de espalda, la tomaba por las caderas y frotaba mi pene en su culo. La adrenalina de hacer esto, pero esta vez en un lugar mucho más público, encendió la llama aunque también nos generó incomodidad.
Corría la mañana del 5° de 7 días que pasamos allí, y nuestras familias realizarían un tour en un sendero a varios km de distancia, y sin saber que ambos tomamos la misma opción, ella se negó a ir debido a una pequeña tormenta eléctrica durante esas horas, y yo me negué ya que estaba con sueño, y siendo sincero, estaba muy caliente y no había podido pajearme en una semana. Debo admitir que quería masturbarme furiosamente toda esa mañana, y planeaba buscar el bikini y bragas de mi prima para tocarme oliendo su esencia.
Seguí durmiendo cuando todos se fueron, puesto que aún era muy temprano, y escuché como caían un par de truenos que hacían vibrar el piso. En eso siento unos pasos, y en la puerta de mi cuarto estaba Fernanda, con una camiseta y en calzones, diciendo que tenía miedo por el ruido de los rayos cayendo, y que si podía acostarse a mi lado.
En un principio se acostó a una distancia razonable de mí, pero al escuchar otro trueno, de repente ella me estaba abrazando muy fuerte bajo las sábanas, con nuestros cuerpos semidesnudos. A pesar de lo sugerente de la situación, no se nos pasó por la mente nada sexual, solo comenzamos a recordar lo mucho que nos queríamos, y que se sentía muy bien tenerla a mi lado.
"Hace mucho que no estábamos los dos así de juntitos", me dijo con una expresión de pena. Y tenía razón, ya que antes de tener sexo solíamos dormir juntos muy seguido, y abrazarnos era algo muy natural. "Hagamos lo que hagamos no nos distanciemos así, por favor", siguió Fernanda, nos miramos fijamente y nos besamos apasionadamente. No de forma tímida como la primera vez, sino que con la pasión y calentura con la que Iris nos enseñó a ambos en aquella ocasión.
Sentir su lengua dentro de mi boca, para después pasarla por mi cuello y orejas me dejó muy erecto y mojado. Ella se dio cuenta y me disculpé, diciéndole que no había podido masturbarme en casi una semana por miedo a que me atrapara nuestra familia. Dejando de lado la inocencia que la caracterizaba, sus ojos parecían inundados por un apetito sexual que jamás había visto en ella, bajando rápidamente mis calzoncillos para ver mi pene.
"Quiero hacerlo bien esta vez", me dijo llevando mi glande a su pequeña boca. A pesar de que aún no sabía muy bien como hacer una mamada, las suaves y pequeñas chupadas que Fernanda llevaba a cabo hasta llegar a cerca de un tercio de mi tronco eran suficientes para darme un montón de placer. Al cabo de un rato se detuvo un poco por el cansancio, y la recosté en la cama para devolverle el favor.
Cabe decir que yo nunca había hecho sexo oral, por lo que repetí algunas cosas que había visto en videos porno, y comencé a penetrar su vagina con mi lengua lo más adentro que pude. El sabor era demasiado ácido puesto que ella se había despertado hace muy poco, pero en el fondo me gustaba y saboreé sus jugos cuando comenzó a mojarse.
Nos seguimos besando mientras nos tocábamos mutuamente, y con la cara totalmente enrojecida, mi prima se pone a cuatro patas y me dice "pásame la lengua por aquí", señalando su clítoris. Al parecer ella había aprendido como masturbarse y lo estaba haciendo a menudo pensando en mí.
Lamí y succione su clítoris al punto en que Fernanda estaba con su cara en la almohada para que no se escucharan sus gemidos. Cuando aparto mi cara de su culo, mira hacia atrás y se da cuenta que mi verga había estado parada todo este tiempo, y se me notaba en el rostro que estaba desesperado por penetrarla otra vez.
"Quiero meterla, pero no tenemos condones", le dije mientras acariciaba sus nalgas por detrás. A lo que respondió "si cupiese en mi culo podrías hacerlo por ahí sin peligro". Teniendo su hoyito frente a frente, sin consultarle comencé a chuparlo y tratar de meter la lengua, con la esperanza de que se abriera lo suficiente para meter mi miembro adentro.
Al principio Fernanda quería apartar mi cara de allí por la sorpresa, sin embargo, la tomé fuertemente del culo y abrí sus nalgas para seguir lamiendo. La sorpresa de mi prima se transformó en placer mientras chupaba, y tras un rato tomé mi pene para tratar de insertarlo.
Para nuestra desgracia su hoyito era extremadamente pequeño y aún más estrecho. Tan solo punzar su ano con la punta de mi glande le generaba mucho dolor, e incluso tuve muchísimos problemas para meter la mitad de uno de mis dedos, quedando su culito un poco enrojecido e inflamado.
"Mejor mételo por mi vagina, pero no acabes adentro", me dijo con un poco de desesperación, momento en el que la penetré lentamente y la metí por completo hasta la base, llegando a rozar su cérvix con la punta, ante lo que ella suelta uno de los quejidos más deliciosos que he escuchado hasta el día de hoy.
Si bien había cogido en posición de misionero con Fernanda, e Iris se me montó encima, penetrar a mi prima a lo perrito se sentía totalmente diferente, la sensación en mi pene era suprema al estar embistiéndola fuertemente y con poca coordinación debido a mi falta de experiencia, con su apretado coño invitándome a que acabara adentro, cosa totalmente prohibida por el momento.
A segundos de liberar mi carga en su útero, saco mi miembro. Y mientras sigo moviendo mis caderas con mi glande presionando la entrada del hoyito de mi prima, acabo y lanzo una gran cantidad de semen que había acumulado por días. Entramos un poco en pánico pues era tanto que estaba goteando en dirección a su vagina, y terminado todo nos duchamos juntos masturbándonos mutuamente.
Tras secarnos al salir de la ducha, acabé otra vez en su cara haciéndonos sexo oral en posición de 69, siendo el último contacto que tuvimos en el viaje, y pasaron un par de años hasta volver a tener sexo con ella. En un rato escribo esa historia, que fue otro trío con Iris.

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