Testimonios de un profesor caído en desgracia - Archivo Hot 🔥
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{{{"No, no es mi experiencia. La persona vive, pero de hecho le fue horrible por todo lo que sucedió. Él me contó en muchas pláticas, a veces incómodas, lo que están por leer. No me consta la veracidad de esto.\nVoy a aderezar mucho de lo que contó porque, de otra manera, estarían leyendo en la nota roja y no en este lugar.\nEra un profesor en una preparatoria para una ciudad pequeña. Un sujeto de los late 30's, con un cuerpo un tanto corpulento pero no de apariencia obesa. Blanco, pero no rubio. De apariencia nerda. Intento de futbolista fracasado, profesor de matemáticas.\nEs que ahí es donde todas caen, con los profesores de matemáticas. Un ingeniero en sistemas que les habla de animes, juegos y películas mientras les enseña derivadas y esas cosas. Una que otra se complica la existencia, hay química, hay necesidad y la trampa se activó.\nÉl era un depredador nato. Me consta. No sólo con sus alumnas, sino con otras mujeres. Sabía a quiénes buscar, quiénes le harían caso. Nunca le faltó sexo, nunca pagó por él. Pero entre las chicas tenía a sus presas predilectas: entre las más grandes, de los últimos semestres. No muy populares, pero no feas. Interesadas en la materia pero no matadas. Saltarse sus propias reglas acabó con él, pero vamos por el principio.\nLa primera que supe de sus conquistas vamos a llamarla, digamos, Lourdes. No Lulú, porque suena a chiste. Una chica bajita, un poco por debajo del metro sesenta. Blanca, con ojos enormes color miel. Lentes de niña ñoña, un cabello negro siempre amarrado en una coleta. Busto y nalgas redondos, que con su estatura, parecían de buen tamaño. Piernas fuertes, firmes, pero no gordas. Por lo que sé la chica hacía natación.\nYo le dí clases, pero de otra materia. Alumna ejemplar. Alegre. Encantadora. No voy a negar que tuve una erección pensando en ella, pero la historia no va de mí. Tampoco voy a negar que de recordar siento envidia, aunque con el final del camarada se me pasa. Una sonrisa hermosa.\nEse último semestre es una trampa maldita. Esa necesidad del promedio justo para la universidad. Y Lourdes cayó. Un mal día, según entiendo, se sintió mareada en un examen. No contestó más que una cuarta parte de las preguntas. Son pruebas estandarizadas, que no se pueden repetir. Maldito (o bendito) sistema escolar moderno.\nUn 2 en matemáticas mata cualquier promedio aprobatorio, o casi. Entonces, las negociaciones en la sala de maestros fueron obligadas. Rogar por una nueva oportunidad. A cambio de lo que sea. Y ese \"lo que sea\" suele salir muy caro.\n-Mira, te entiendo. Pero necesito platicar contigo seriamente. Te invito un café. Tú me dices si en el Starbucks, en el Cielito, donde te guste. Platicamos.\nSe le iluminaron los ojos de esperanza. Yo estaba ahí. Me siento miserable porque sabía a dónde iba esto, pero no tenía prueba.\nEl día de la cita llegó. Me contaron que ella iba con una falda negra, que dejaba ver sus piernas dulces. Unas botas negras cortas, como para lluvia o campo, la blusa igual negra, con un ligero escote. El ciervo sabe que el cazado le busca, no se resiste a caer. Las niñas no son estúpidas, pero a veces se equivocan cuando piensan que están en una posición de poder. Nunca lo están.\nUn sujeto de jeans azules, cabello negro corto, lentes y una playera de heavy metal llevó las libretas donde marcaba cada asistencia. Cada calificación. Cada examen. 4.6. Perdida. Pero no había plática al respecto. Cine, la última película de los Avengers, el disco de Babymetal.\nPuso dos boletos sobre la mesa para ver a las japonesas.\n-Compré dos boletos, pero mi pareja se va a España el día del concierto. Ven conmigo. Terminamos de arreglar todo.\nUn regalo. La calificación casi lograda. Se siente en una posición de poder.\nLourdes, sin embargo, no lo estaba.\nImagina la escena: un auto con años, un poco descuidado pero no sucio. Conduces hacia la casa de tu alumna, quien se vistió para la ocasión: falda tableada negra. Botas altas con hebillas. Labial negro y sombra de ojos recargada, luciendo su bella mirada miel enmarcada por las gafas. Una blusa escotada de terciopelo negro. Tú, en cambio, eres un pobre diablo en jeans y la playera del concierto.\nNo muy lejos, sin embargo, aparcas en un motel. Sabes que ella luce más grande, que esa gente no hace preguntas.\n-Mira, Lourdes. Sé qué necesitas. Y sabes qué necesito. Tengo conversaciones donde parece que has intentado sobornarme. Los boletos los consiguieron a nombre de tus padres, no me preguntes cómo. Te vas no sólo con una materia reprobada, sino con deshonestidad académica. El semestre se te da de baja.\nLa mirada hermosa de Lourdes debió haber brillado en ira e incredulidad. No, no sé cómo convences a una adolescente de semejantes sandeces. Ni si algo así es posible.\nLourdes entendió que no tenía escape. El auto entró a la villa del motel. Una mazmorra kitsch con esposas falsas, mucha parafernalia sexual.\n-Tranquila, mi vida. No pasa nada. Nadie se entera. Tú viniste sabiendo qué iba a pasar. Déjate llevar. Estarás bien.\n-Profe. Un favor: abráceme.\n-No dejes de llamarme profesor.\nUn abrazo tierno y un beso dulce comenzaron la noche que sería larga para ella y corta para cualquiera. Las manos bajaron a la blusa, que cayó para mostrar unos senos suaves, tersos, redondo. Las mismas fueron más abajo para buscar las piernas. Las nalgas. Ella comenzaba a respirar más despacio y profundo.\nÉl sonrió.\n-Déjate llevar. Ven, te muestro.\nTomó una almohada del motel. La puso en el piso. Le pidió que se pusiera de rodillas. Sacó el pene de su pantalón, el cual bajó de prisa. Le pidió que mamara despacio el falo, mientras ella lo miraba a los ojos con una carita llena de miedo, ternura, sorpresa. Todo.\nEra torpe, pero no tonta. Intuía que debía ir profundo, lamer, chupar, salivar. Pero se atascaba con ese trozo de carne. Tosía, se ahogaba. En un momento, con el pene erecto, le pidió parar.\nAprovechó para recostarla. Disfrutar la vista de una nena así a su merced. Tomar un poco de lo que ya le pertenecía: tocó despacio su clítoris con una mano, con la otra explorando con un par de dedos los alrededores de la vagina.\nLos gemidos de Lourdes eran ahogados al principio. Por pena, tal vez. Por sorpresa, quizá.\nIrremediablemente los dejó ser. Mientras se retorcía, comenzaba a humedecerse, eran una sinfonía de triunfo para el ego del profesor.\n-¿Te gusta, mi amor?\n-Sí, profe. Muy rico. Siga.\n-Ven, mira. Móntame. Acomoda mi pene entre tus piernas. Ya estás lista.\n-¿Me va a doler, profe?\n-Te mentiría si te digo que no. Pero lo haré despacio y comenzará a gustarte igual que ahora. \nÉl, mirando a las lámpara exóticas y los espejos, se recostó para que Lourdes obedeciera.\n-Acomoda el pene. Y baja despacio.\nUn gemido agudo inundó la habitación. Luego uno de placer. A eso siguió un chillido de ligero dolor.\nDos cuerpo paralizados. Lágrimas en el rostro de la nena. Las toscas y grandes manos del maestro recorrieron sus mejillas, consolándola. Iniciando un vaivén que comenzó despacio, lento. Que fue ganando ritmo. Ella gemía por la penetración y el masaje en el clítoris que el le daba. Pero, mientras esos sucedía, él hablaba con ella. Un fetiche más.\n-¿Qué te gusta de mí, mi amor?\n-Su... sus ojos. Su barba. Su piernas...\nUn corto silencio se hizo en la habitación.\n-Me está gustando su... su verga... profe... me... me duele...pero.\n-¿Pero?\n-Siga, profe. No me deje, por favor.\n-Aquí estoy mi niña, sólo prométeme algo. Cuando sientas que explotas, dime que eres mía,\n-So...soy suya, profesor. Suya.\n-¿Me amas?\n-No sé.\n-¿Me amás y eres mía?\n-S...ss...sí, profe. Lo aa..amo y soy...suya.\nLourdes estalló, con estertores en su cuerpo que no pudo controlar. Un trofeo para el profesor que, durante esa noche, hizo de ella su juguete, más que su amante.\nEra el principio de una noche que fue gloriosa, pero que marcó el comienzo de una espiral hacia el fondo." | renderPostMessage 4521}}}

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{{{"-No hemos terminado, mi amor. Aún queda mucho por hacer.\n-¿Sí, pro... profe?\n-Sí. Mira, levántate. Ponte frente al espejo.\nUn espejo estrecho, pero que corría del piso al techo, se levantaba frente a ellos. El maestro colocó a su niña de frente para observar todo perfectamente. Para poder tocar los senos, besarla. Tener a la mano esas piernas.\nInstrucciones sencillas para levantar los glúteos, dejando al alcance la vagina para una penetración súbita. Lourdes chilló, pero luego comenzó a gemir. Y, como si fuera un instinto salvaje, la chica comenzó a moverse por su cuenta, buscando su propio placer.\nCon lo largo de sus brazos y manos, el profesor tocó el clítoris y la vagina de su alumna. Incluso hacía un truco: con toda su verga, empujaba al fondo y la dejaba encajada, mientras acariciaba la vulva. En esos momentos, Lourdes movía sus caderas, cintura y trasero como si fuera parte de su naturaleza.\n-¿Cómo sientes mi verga, mi amor?\n-Rico profe.\n-¿Sólo eso?\n-No, no...me llena, me llena adentro. Me... me raspa.\n-Te lastima, ¿verdad?\n-Poquito, pero me gusta.\nNuevamente la niña comenzó a retorcerse, a buscar con sus manos las de sus profesor. A trazar con la mirada un camino a la de su maestro. A dejar que sus gemidos se liberen.\n-No... no me deje...no me deje pro... profeee...\nEl profesor sintió cómo un ligero líquido comenzaba a escurrir en la vulva de su nena, quien le pertenecía en cuerpo, mente y alma. Mientras embestía, frente al espejo, veía entre los pechos una cicatriz.\n-¿Te lastimaste hace mucho?\n-No... no... no, profe. No me pasó nada.\n-Se ve feo. No es que nada te lastime así.\nUnas caricias en ese rasguño, más bien una quemadura, se sumaron a la oportunidad para tomarla de la mano. Para besos tiernos, pero venenosos. \n-Fue... fue mi abuelito. Él me... me quemó. Estaba...\nNuevamente las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos. Y, de nuevo, una oportunidad para limpiarlas.\n-Estaba borracho, profe. Jugaba, borracho, con un encendedor y un cuchillo. Yo estaba muy niña... unos 6 años. Me agarró, me besó el pecho... y me... me quité. Se enojó. Me quemó.\nEl abuelo era el director de la sección secundaria de esa escuela. Rumores de conductas indebidas con menores de edad corrían, pero era familiar directo de la cabeza en la mesa directiva. ¿Pero en su propia familia? A su propia nieta, al parece.\n¿Quién eres tú para juzgar eso, si te las estas cogiendo?\nEl profesor salió de la vagina y comenzó a besar despacio a su joven amante, quien con ligeras lágrimas y leves pucheros recompensó el trato masturbándolo. Y, luego, intentó torpemente una mamada.\nAl maestro lo excitaba esa torpeza. La prueba de que, por más cerca que estuviera de la mayoría de edad, se estaba follando a una nena. La sangre en su miembro enloqueció. Y recostó a la niña en la cama. Acarició esas piernas fuertes, las besó y paladeó. Las quiso como aretes.\nRecostada, la penetró de misionero. El gemido fue fuerte. Como si la estuvieran apuñalando.\n-¿Te duele?\n-No... no... me gusta... Me gusta mucho.\n-¿Qué tanto?\n-Mucho... mu... mucho...\n-¿Eres mía?\n-Si...siempre su... suya, profe...\nLourdes se volvió a retorcer, mientras un gemido fuerte escapó de la boca del profesor. Todo su placer se apuntaba en la punta de su verga, dejando ir su semen dentro de la alumna que había caído en la trampa. El placer combinado noqueó a ambos, quienes pronto se acostaron en la cama. Entrelazados. Abrazados.\nLigeras lágrimas de Lourdes se asomaban en sus ojazos, los cuales estaban hechizados por su maestro.\n-Lo amo, profe.\n-¿Perdona?\n-Estoy enamorada, profe. De usted.\n-No... no te enamores. Soy muy mayor para ti. Esto fue un negocio, un trato. Resolvimos un asunto juntos. Tendrás a tu novio, lo amarás. Serás suya. Pero lo que aprendiste hoy, simple, no lo olvides.\nLourdes comenzó a llorar.\n-Soy una puta, ¿verdad?\n-No, mi amor. No. Eres una nena muy linda. Sólo que así nos tocó la vida. Hubiera amado ser más tu compañero que tu maestro. Ser tu futuro, no un presente efímero.\nLourdes lo abrazó, al punto de casi quedarse dormida. El profesor la besó. La vistió. La llevó al auto y de ahí a casa.\nMiradas cómplices las pocas semanas que quedaron de clase entre ellos. No hablaron mucho. No había necesidad. Ella entendió. Ambos lo buscaron. Ella sintió que lo atrapó y que él era su presa, cuando el juego era lo opuesto.\nObvio tomó medidas para no ser madre. Porque tonta no era. Ignorante tampoco.\nEl último día de clases, Lourdes buscó al profesor en la sala de maestros.\nYo estaba ahí.\nSabía que pasó. Ese cabrón me lo presumió. Con desdén, sin darle mucha importancia.\nPero me lo presumió.\n-Adelante, Lourdes.\n-Profe, le debo la vida. La vida entera. Es mi profe favorito.\n-No es nada, es mi trabajo.\n-Voy a ser ingeniera como usted.\n-Ya lo sabía, por eso te ayudé. Sólo cuídate, esa carrera está llena de buitres y tiburones. Serás muy probablemente el único pez distinto del estanque. Cuídate.\n-Ya me sé cuidar solita, usted me enseñó.\n-No, no sabes nada. No tomes lo que aprendiste de mí como una lección para eso, que si lo haces estás frita.\nLa alumna bajita se puso en puntas y besó, tímidamente, a su profe favorito en la comisura de los labios.\nPor lo que sé ella se tituló, mención honorífica. Dirige un área en una planta importante cerca, aunque sí le chingó y es una chingona. Ese cabrón le tendió un puente a cambio de una noche.\nNo creo que hayan vuelto a verse en la cama. Me lo hubiera contado. Aunque cuando pasaron las cosas más duras ella fue la primera en acercarse.\nLo que no me consta es que si fue para acompañarlo en su dolor o para retorcerle la daga en la herida." | renderPostMessage 4522}}}

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{{{"Continúa quiero saber cómo termina el tipo ajsjsha" | renderPostMessage 4526}}}

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{{{"Imagina que un colega de trabajo llega y te presume que se saltó los límites de la profesión. Con daño potencial para alguien que confía en él. Una salida a beber un par de copas después del trabajo fue su oportunidad para alardear.\nFue... extraño. Tiene más amigos. Pero, por alguna razón, me contó a mí. Creo que sabía de la envidia que le tendría. Y el sentirse superior a un hablador de humanidades le levantaba el ego.\nPude denunciarlo, pero no lo hice. ¿Con qué pruebas más que su alarde?\nEl siguiente semestre, sin embargo, aprovechó una oportunidad. Nuevamente con una chica de quinto semestre. Llamemosle Samantha.\nEn esta pequeña ciudad recibimos inmigrantes de toda latinoamérica. Sus padres son venezolanos, aunque ella nació aquí. Tiene un ligero acento de sudamérica-caribe que la vuelve más encantadora. Pero la joven es un oxímoron andante.\nUna chica de 1.70, pero con cara de niña y piel canela. Las cuales coronan un cuerpo tosco, producto del futbol americano equipado. Sin embargo, el ejercicio le remarcó de manera estética musculatura en piernas, brazos, espalda. No era un cuerpo de fisicoculturista, pero sí de chica fit. Cabello castaño, ojos aceituna, sonrisa fácil pero de esbozo tímido. Un trasero redondo. de aspecto firme, de pechos medianos pero con forma cuadrada. Al menos con ropa encima.\nUna chica conocida por se juguetona, especialmente con quienes llevaban tiempo de conocerla. Amable, sencilla. Sus padres pusieron una cafetería, la cual atendía en sus tiempos libres. Ese trato cotidiano con gente, sumado a su naturaleza sociable, la hizo ampliamente popular. Jugaba americano después de clases, pero era común que los propios chicos la buscaran para jugar futbol o basquet. Extrañamente, otras chicas que se acompañaban de amigos hombres eran tachadas de putas o marimachas.\nElla no. Ella acompañaba también a un grupo de chicas a salidas a bailar en tardeadas, al cine o a probarse ropa. Ese grupo era un escándalo en los salones de maestros, con pruebas de que entre ellas se llamaban \"eres mi putita\", \"soy tu perrita\". Con poses sexosas en vestidos cortos y entallados, a media fiesta o simplemente a mitad del centro comercial.\nMás de un maestro mostraba señales de que, en lugar de estar molesto, quería tomar a alguna de ellas y darle un escarmiento a su manera. Mostrarles que con el sexo no se juega o, quizá, brindarles esa follada salvaje que en su imaginario las muchachas estaban pidiendo.\nSamantha, sin embargo, era un poco más recatada. Quizá por su físico, más trabajado pero menos \"estético\" para los estándares de un adolescente. O, simplemente, porque no se sentía tan a gusto.\nEse cabrón, quizá, olió esa incomodidad. Esa dismorfia o síndrome del impostor. Una chica increíble, que por la edad no se sentía lo suficientemente apreciada pese al cariño que le mostraba todo mundo en todos lados, emanaba un aroma a presa que sólo un cazador nato podía oler.\nFue, entonces, común verlo en las gradas los fines de semana en sus partidos de temporada. Para otros profesores era un gesto cortés y buena onda hacia una estudiante y atleta ejemplar.\nPara mí el hijo de puta estaba ya en su posición de francotirador, con la mira fija y en espera del mejor movimiento.\nEra común primero invitarle un refresco, platicar con sus padres, contarle de que él alguna vez quiso jugar, pero no tuvo dinero para hacerlo. Preguntarle por qué, en lugar de jugar equipado, no jugaba tocho bandera. Pero ella quería la experiencia completa.\nSupe que era seleccionada estatal. Se supone... supone... que están cuidadas por las autoridades deportivas cuando hay un viaje a un campeonato nacional.\nLos padres de Samantha no podían ir, en un torneo celebrado en temporada vacacional. Son los mejores días para una cafetería como la de ellos, así que era inviable dejar desatendido el local.\nEl profesor, en cambio, se ofreció a acompañarla. No sé si este imbécil tiene carisma suficiente o sólo es suertudo, pero nadie protestó. Nadie.\nLa delegación del equipo constaba con un camión en el que iban, apretujados, los familiares, las autoridades, las jugadoras y el cuerpo técnico. Un camino de 10 horas en carretera que se hizo de noche, en el cual Samantha iba con su maestro y tutor al lado.\nElla se recostó en su pecho, toda la noche. Lo cual aprovechó para acariciar, primero, su cabelló. Luego su carita de niña. Después todo lo que tuvo a la mano.\nNo sé qué pensaron todos los posibles testigos, si lo vieron normal. Si lo vieron raro pero no les importó. O simplemente nadie vio nada.\nSólo hubo habitaciones dobles para las jugadoras, directivos y coaches. Los familiares y acompañantes pagaron hotel por aparte. Era un desatre de organización, con tres partidos completos de futbol americano sumados a entrenamientos diarios que molieron los cuerpos de las chicas (como lo harían con cualquiera, hasta los de la NFL).\nÉl siempre estuvo ahí, para consolar el dolor. No sólo por los golpes que se llevaba como receptora, sino la frustración de haber perdido en la última jugada la final contra Chihuahua. \nSamantha era una bestia competitiva. No era una niña genio, pero le gustaba triunfar. Entregaba toda tarea, participaba siempre. Era la primera en llegar y la última en irse en cada actividad. No me imagino el dolor, por tanto, de hacerse cagada cada músculo y sólo recibir una medalla con pintura de plata a cambio. Debió ser una pedrada al corazón.\nEn la cena para despedir a las jugadoras bajaron todas... menos dos.\nSamantha y la mariscal de campo. Esto encendió las alarmas del profesor, que no vio normal cómo una chica tan sociable y tan festiva se perdía un convivio.\nSubió a su cuarto de hotel. Tocó la puerta y anunció que era él.\n-¿Puedo pasar?\nSamantha abrió la puerta.\nEn ropa interior, con lágrimas en los ojos derritiendo esa mirada oliva en una tristeza amarga.\n-Profe, no se vale. Nos robaron el juego.\nSuertudo. Suertudo de mierda. La niña que estaba cazando terminó, semidesnuda, abrazándolo dulcemente a las puertas de un cuarto de hotel por decisión propia. Con otra chica a la vista.\n-No pasa nada. Te rifaste con todo. ¿Te sientes bien? ¿Tu amiga está bien?\n-No aguanto mis piernas, profe. Y Jazz... Jazz no se puede ya ni parar.\nJazmín, la core, aguantó castigo. Simplemente la tundieron toda la semana y salvó más de una jugada. Pero sin la adrenalina todos esos golpes pasaron factura.\nLo peor es que se fue a ese viaje SOLA. Estaba ahogada en dolor y no había médicos o fisios. Ellos estaban festejando una derrota honrosa en alcohol.\nEl maestro pasó al cuarto de hotel, donde Jazmín estaba DESNUDA. Una chica de 1.60 con cabello negro en rizos muy definidos. Cuerpo atlético, pero de senos grandes. Una copa C, raro en chicas con actividad deportiva de alto rendimiento. En un llanto doloroso brotando de sus ojos negros hacia su piel lechosa. De no ser por su cabello y su mirada, uno pensaría que es albina.\n-Tranquila, nena. Tranquila. El dolor pasará.\nJazmín, naturalmente, se asustó. Samantha, sin embargo, la calmó.\n-No te preocupes, Jazz, es mi papá.\nNuestro camarada arqueó la ceja. No sabía si era un triunfo o el fracaso de todo. Pero aprovecharía un cuerpo joven a su merced.\n-¿Dónde te duele?\n-No aguanto la espalda, señor...\n-Llámame Alejandro...\nEse NO era su nombre.\n-Alejandro, los hombros y la espalda me están matando. ¿No hay hielos? \n-No, pero deja pido unas cervezas al lobby. Me sé un truco de cuando jugaba béisbol. \nYa con las latas de cerveza, Alejandro le pidió que se recostara boca abajo y presionó la espalda con el aluminio frío, presionando las partes que estaban lastimadas delicadamente.\nCon la otra mano \"masajeaba\" piernas, muslos... nalgas. Todo a la vista de Samantha... quien estaba atónita mientras Jazz emitía ligeros gemidos de alivio, los cuales encendieron despacio la habitación.\nUn beso suave de Samantha a los labios de su compañera, así como una caricia en el rostro, detonaron la energía sexual.\nAlejandro había triunfado." | renderPostMessage 4527}}}

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{{{"-¿Eres lesbiana, Samantha?\n-No, pap...\n-Dile la verdad, dime la verdad.\n-Sí... sí, profe. Bueno, no... es que todos me gustan. Hasta hay gente trans que...\n-Calma, no pasa nada. No te juzgo. Continúa. Jazz te necesita con ella. ¿Me voy?\nA Jazmín las circunstancias calmaron tanto su dolor que parecía no importarle que un desconocido la toqueteara, mientras su compañera de equipo sembraba besos en su boca.\n-Quédese, quédese con Sam. No se preocupe, a mí...\n-No me voy a ir, Jazz. Con confianza. Samantha, ven.\nEl profesor profanó la boca de su adolorida y joven alumna. Devoró sus labios y la invadió con su lengua. Manoseó su firmes senos, recorrió las fuertes piernas. Delimitó su territorio. \n-Pero, profe...\n-¿Hay algún problema, Samantha?\n-No, pero...\n-¿Hay algún problema? Si es así, me retiro. Nadie habla de esto y nos vemos mañana temprano cuando salgamos.\n-No, profe, no.\n-Jazz. ¿Tienes algún problema? Si no, únete a nosotros. \nAlejandro, sin decir que ese nombre era la última mentira que quedaba, giró a Jazmín hacia su boca y paladeó también sus labios. Entonces empezó un carrusel en el que se turnaban para darse besos, mientras las manos hacían esfuerzos por abarcar tanto cuerpo y tanta piel como fuera posible.\nEntonces, Jazmín tomó la iniciativa. Con su mano, buscó la verga del profesor y comenzó a masturbarlo. Tomó sus pantalones y los desabotonó, mientras le quitó la camiseta y dejó desnudo su pecho.\n-No se vale que sea el único vestido, ¿sabe?\nSamantha dejó caer sus pantaletas y su sostén. Todo mientras veía atónita cómo su amiga tomó por asalto el miembro de su profesor. Se sentí que le habían robado el turno, así que buscó un beso suave.\nAlejandro, con una mano, tomaba la cabeza y boca de Jazmín. Con la otra, invadió el clítoris de Samantha. Jazz no perdió el tiempo: se arrodilló frente al maestro, con leves quejidos de dolor que hicieron todo más erótico, y comenzó a mamar su verga. Con saliva, lengua fuera y buscando que llegara más profundo. En un ritmo frenético, casi salvaje. Cuando mucho, por las reglas de edad en la categoría, la niña debía tener 19 años.\nPero ya tenía experiencia.\nSamantha se veía un poco cohibida por lo que estaba pasando. Jazz la besó con delicadeza en los labios.\n-Querida...no pasa nada. Si quieres yo te enseño... nomás deja que este cabrón esté listo. Está medio ñoño, pero sí está bueno.\nUna sonrisa malvada se dibujó en la cara de Alejandro, mientras Jazmín recostaba a Samantha en la cama y abría sus piernas. Comenzó, con su lengua, a masajear el clítoris de su amiga, quien emitió leves pujidos y se retorcía ligeramente. \n-Ya la tienes bien parada, mi amor. Métemela en cuatro, porfa.\nElla misma se acomodó la verga en la entrada de su vagina. Él aprovechó para clavarse en una sola embestida. Y ella misma comenzó un vaivén cada vez más rápido, mientras le pedía al profesor que la tomara de las caderas.\n-No me sueltes, cabrón, no me sueltes. Métemela hasta el fondo, tu verga me parte en dos.\nSuma esa plática sucia a los gemidos de Samantha, a quien Jazmín se comía cual banquete. Lamió la vulva, los pechos, las piernas. Acarició la carita. Besó esa boca. Todo mientras el profesor nalgueaba a la mariscal de campo y aprovechaba para apretujar las tetas. De vez en cuando se acercaba para dar un beso, morder el cuello. \nEra un festival de sexo. Inevitablemente alguien debió escuchar. Pero hizo caso omiso. O se masturbó imaginando lo que pasaba y no quiso cortar la magia.\nJazmín y Samantha gimieron juntas en un orgasmo simultáneo, ante lo cual Jazz se derrumbó sobre el cuerpo de su amiga con la respiración entrecortada. \nRecuperó el aliento y vió cómo Alejandro, aún con la verga erecta, disfrutaba masturbándose con esa vista de lujo. Dos niñas a su alcance, una de hechas ya había dejado incluso sus fluídos como rastro en su miembro.\n-Mi amor...quieres que tu profe te coja, ¿verdad?\nEl orgasmo le alivió mucho dolor. También la adrenalina. Pero estaba perdida en el placer, en pensamientos impuros. Por eso no pudo contestar conscientemente.\n-¿Sí quieres?\nSamantha se limitó a decir que sí con la cabeza. Jazmín acomodó sus largas y fuertes piernas en los hombros del profesor, mientras las acariciaba y besaba con delicadeza. Luego preguntó a su compañera.\n-¿Eres una virgencita, verdad?\n-S...sí...\n-Mira, no tengas miedo. Primero, ya no lo eres. Yo ya te cogí. Pero si alguien te va a coger que sea un cabrón como éste. No le tengas piedad. Ella aguanta vara. Rómpela como me rompiste... no tengas miedo mi amor. Peores putizas nos hemos llevado. Déjate llevar.\nAlejandro incrédulo, besó a su alumna apasionadamente mientras la penetraba con fuerza. Jazmín mordió sus labios para ahogar ese grito de dolor, que poco a poco fue opacado por los gemidos de placer y esfuerzo que el profesor daba. Estaba, simplemente, dando estocadas profundas al útero de su niña que lloraba por el dolor y también gemía por el placer.\n-¿Le gusto, profe?\n-Me encantas, nena. Mucho. ¿Yo te gusto? ¿Que te gusta de mí?\n-Sus... sus ojos. Sus manos... y que es muy buena onda. Saa... sabe mucho. ¿Soy su favorita?\n-La mejor, mi amor, la mejor.\nJazmín se turnaba para devorar los senos de Samantha, besar el pecho de Alejandro, buscar la boca de ambos. Ellos eran amantes perdidos en una orgía desenfrenada. Jazmín, de pronto, notó cómo los dedos del profesor profanaron su vagina, buscando ese bulto detrás del vientre. El placer se hizo intenso. Los tres eran una orquesta de gemidos deliciosa. \n-No te detengas, cabrón. ¿No te pusiste condón con ella?\n-No, no tengo.\n-Ni pedo, no te paras. No te dejo. Hasta que tope. Ya mañana yo me encargo.\nJazmín acomodó las fuertes piernas de Sam para atrapar al profesor entre ellas. Le pidió a su amiga que hiciera fuerza todo lo que pudiera. Esto hizo aún más profunda la penetración, que acumuló un frenesí salvaje.\nSamantha y Alejandro, juntos, llegaron al éxtasis. El profesor me presumió un ligero charco de fluidos bajo ellos.\nMaldito suertudo.\nLos tres reposaron un rato, el resto de la noche, platicando de todo y nada. Del deporte, del torneo, de los proyectos. Del futuro y de la vida. Jazmín ya estudiaba odontología. Samantha quería ser abogada.\nPasaron la noche juntos. Subieron al transporte juntos. Nadie sospecho nada, dijo nada, protestó nada, preguntó nada.\nFue un año un poco amargo. No lo merecían. Especialmente las niñas.\nJazmín fue asesinada a tiros menos de un año después. Por su propio padre. El divorcio de sus padres terminó mal, el señor lo perdió todo, especialmente el prestigio. Hija única, castigó a la madre matando a la chica y luego se voló la cabeza.\nSamantha se volvió más retraída después de eso. No volvió a salir con las demás niñas. Dedicó su vida al deporte, como si allí encontrara a su antiguo amante y exorcizara los demonios del dolor. Sólo hablaba con su profesor, pero no con el encanto y candor que uno podía esperar.\nRecién comienza su trayecto como abogada titulada y, para sorpresa de nadie, acepta casos de violencia contra la mujer pro bono.\nCuando el profesor cayó, sin embargo, no dijo nada. No protestó. Sólo terminó de desaparecer en su vida.\nAlejandro también resintió lo sucedido, al menos por un tiempo. Pero no dejó de ser un depredador. Eso no se quita.\nEl plan era contar hasta el final su caída. Pero quizá, como en ciertas películas, sea bueno narrar el desenlace en medio.\nUstedes pidan." | renderPostMessage 4528}}}

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{{{">>4528\nBuen relato, muy bien escrito! Terminalo por favor, quiero saber qué pasa con el profe" | renderPostMessage 4531}}}

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{{{">>4528\nSEGUI OP POR FAVOR NECESITO SABER QUE LE PASO AL PROFE!!!" | renderPostMessage 4533}}}

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{{{"Quieren saber el destino del profesor. Está bien, lo contaré. Pero será un episodio un tanto largo. Además tendré que saltarme situaciones y momentos que, quizá, les parecerían más eróticos. Pero a los clientes lo que pidan.\nAlejandro, como llamaremos a mi colega a partir de ahora, se pasó algunos años aprovechando esa cercanía con chicas jóvenes para cazar y conquistar.\nSin embargo, era inevitable que su racha, su adicción, terminaran por arruinarlo. Lo peor es que era en un momento donde parecía estar muy tranquilo.\nAlejandro se estaba cogiendo a la que, para mí, es la más linda de sus conquistas. Linda, justamente, era su nombre. Delgada, casi uno ochenta, cuerpo de muñeca. Blanca y de ojos verdes, con cabello negro. Senos medianos y redondos, con un trasero bonito. Era un dulce a la vista, la chica popular de la preparatoria. Una aspirante a modelo e hija de una familia de políticos locales. Media escuela iba tras de ella. Pero su cuerpo le pertenecía a Alejandro.\nNo fue ella quien lo hundió. Más bien, de quedarse con ella, la vida hubiera sido benévola con él. Como dije al principio: saltar sus propios límites lo llevó a la perdición.\nLa pandemia provocó un abandono total en el sistema educativo. En especial el público. Los profesores de niveles básicos fueron obligados a dar un 8 de calificación, fueran o no fueran. Sin embargo, las pruebas estandarizadas para ingresar a preparatoria no cambiaron. Los chicos, por tanto, iban a perder medio año o más de conocimiento primordial.\nLa directiva de nuestra preparatoria ideó un plan: un curso intensivo gratuito que regularizara a los alumnos de tercer año en inglés, matemáticas y español. A través de Google Meet una sesión cada tercer día, la cual además tendría como finalidad \"enamorar\" de nuestro sistema a potenciales alumnos. Otra orden era buscar reclutar a estudiantes estrella a toda costa.\nEs ahí donde yo me termino de involucrar. Yo fui quien dio inglés. Alejandro, naturalmente, enseñó matemáticas. Debo admitir que era muy tedioso ganarse el interés de chicos a los que les daba igual estar allí o no. Algunos iban una o dos sesiones y las abandonaban. Era gratis, no les importaba una mierda. \nDiana, en cambio, era diferente. Una niña de tez morena clara, con el cabello castaño lacio a los hombros. Una mirada avellana y una boca redonda. Sonrisa tierna pero cínica. Se veía más grande, pero cuando usaba sus gafas para la computadora era cuando notabas que era una niña que ni siquiera había cumplido los 15 años.\nUna mente vivaz, que captaba los juegos de palabras, idioms y demás recursos lingüísticos a la primera. La profesora de español, Elizabeth (una gordibuena punky que estuvo en mi cama por un one night stand el primer semestre que dio clases), narraba que Diana la sorprendía con los libros que había leído en secundaria. Que su lectura no era de Harry Potter, sino que era una apasionada de Jane Austen y Edgar Allan Poe. Una nena rara que, además, hacía bromas acerca de personas de anime masculinos teniendo relaciones amorosas en medio de mis sesiones. Una fujoshi, vamos.\nEra alumna de excelencia cuyas calificaciones eran perfectas durante los tres años de secundaria. Era una niña prodigio y era obligado tenerla en la matrícula. Por tanto, me di a la tarea de contactar a sus padres.\nMe voy a desviar un poco porque vale la pena. Porque igualmente da material para sus mentes perversas como para explicar qué demonios tengo que ver en este desastre.\nAndrea, la madre de Diana, tuvo a la niña muy joven. Incluso tuvo una segunda hija, a quien llamaremos Andy. Andy estaba por entrar a secundaria, así que estaba experimentando dos transiciones escolares importantes.\nAndrea empezaba sus 30's, yo los terminaba. Cabello negro, piel blanca. Ojos negros. Una boca pequeña. Nalgas duras y una piernas largas siempre rematadas en botas negras. Ya sea de piel o de terciopelo. Era raro verla con otro calzado.\nCon todo y que tuvo a Diana empezando la preparatoria, Andrea se conservaba muy guapa. Hacía ejercicio para recuperarse de una complicación en su segundo parto. Además, terminó su licenciatura en derecho y su especialidad laboral. Demandas a patrones o empleados flojos un día y otro también. Se hizo de un nombre en el juzgado local. No sé si de amantes, no me parecería extraño. Era una hembra de aquellas que vez en una oficina y te obliga a mirar, aunque sea haciendo todo esfuerzo por disimular.\nAndrea nunca iba sola cuando se trataba de las niñas. Si bien se separó del papá de sus hijas, éste siempre vio por ellas. La versión oficial es que era un electricista muy bueno, con chambas recurrentes en la capital y muy bien pagadas. El desastre nos mostraría que, en realidad, el dinero venía también de otros lados.\nAndrea y el tipo tronaron cuando éste le propuso una relación poliamorosa. A ella no le latió la idea y, simplemente, dejaron a cada uno ser. Las niñas nunca se enteraron de la vida sexual de cada uno, no era su asunto. Era un tema a cuidar.\nUn café hablando del enorme potencial de Diana, el cual ya era conocido para sus padres, se convirtió en una invitación a uno más. Pero para Andrea solamente. Una invitación a un café extra se volvió uno a bailar. Otro a cenar. Y de la cena pasó a llamar a un Uber que nos dejara frente a un hotel.\nTan pronto cerré la puerta de la habitación detrás de nosotros, me fui hacia su cuello. Comencé a besar y lamer la piel desde sus homóplatos hasta sus orejas, escuchando tenues gemidos de excitación y una respiración entrecortada. Hundí mis manos en su cintura, bajo su ropa. Cintura más breve de lo esperado, abdomen plano y fuerte. Musculoso, diría yo. De ahí subí a sus senos, buscando arrancar como fuera posible ese sosten. Obvio ella tomó mi camisa y, sin dudarlo, le reventó los botones. Se fue con todo hacia mi pecho, mientras yo desabotonaba sus pantalones y los bajé para acariciar sus nalgas. Paraditas, redondas, grandes, proporcionadas con sus piernas gruesas y musculosas. Estéticas. Lencería negra. Cuerpo depilado. Ella ya sabía. Yo era la presa.\nYo me quedé embobado con sus senos, pero ella apartó mi rostro de ellos, me dio un beso en los labios y bajó a mi verga. La cual mamó despacio, de rodillas, mirándome, mientras yo disfrutaba ese espectáculo de lujo frente a mi con el miembro ya erecto.\n-Qué pinche vergota, mi amor. \n-Toda pinches tuya, mamita.\n-¿Así me va a hablar, teacher?\n-Do you want to talk dirty, bitch?\nElla misma se puso de pie y me arrojó a la cama. Sin darme oportunidad se tomó uno de los condones que compramos y, con maestría, lo colocó usando su boca. Semejante perra era una especialista, pero yo sabía como dar batalla. \nMe senté en una silla de madera que estaba frente al espejo. Cargué a Andrea y, con las piernas abiertas, la senté frente a mí mientras la penetraba. Ella comenzó a moverse con rapidez, buscando mi orgasmo rápido. Pero no contaba con mis contoneos bajo ella, buscando hurgar profundo.\n-Dime que tu verga me pertenece, teacher.\n-My dick is yours, you dirty slut.\n-Deme de nalgadas, castígueme, no mame, deme con todo.\nLa silla crujía y amenazaba con romperse por el peso de ambos, así que la cargué y la coloqué de misionero sobre la mesita improvisaba frente al espejo. Nunca dejé de acariciar su culo, besar sus labios e intentar lamer sus pezones. Incluso dí masaje a su clítoris. Esa posición quedaba perfecta para mis casi 1.90. Ella me abrazaba con las piernas, yo metía y sacaba mi verga.\n-You are mine, bitch. You are fucking mine.\n-Dígame lo que quiera, teacher. Con esa verga hasta en chino me lo cojo.\n-¿Sabes cómo se dice 99 en Chino?\n-¿Ca chi chen? No perras mames, pendejo. Jajaja. Te mamas.\nEsa risa, sumada a gemidos de placer, se combinó con un orgasmo increíble donde cada músculo tuvo a bien retorcerse. La sentí presionar mi cuerpo con sus piernas y a mi verga con su vagina. El humor relajó una aparente intención de esperar más para dejarse venir. Yo, triunfante, también terminé." | renderPostMessage 4534}}}

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{{{"Abrazados en la cama, Andrea me contó de su familia. De lo brillante que es Diana. No sólo en la escuela, sino fuera. Hacía danza foclórica desde muy chica y estaba por entrar al ballet del Gobierno Estatal de tan dedicada que era. Andy, en cambio, no era tan estudiosa pero era más creativa. Se metió a clases de música y pintura, con conciertos ya en varios lugares y exposiciones en otros espacios. Apenas tenía 13 años.\nSin embargo, hubo un tema que llamó mi atención: \"el profe de mate\" buscaba acercarse mucho a Diana. Era muy amable, pero también un poco encimoso. A Andrea eso no le parecía tan adecuado, pero parece ser más un tema de actitud que de peligro.\nLas mujeres saben. Más una como Andrea, que seguro lidia día sí y otro también con gente más cabrona que bonita queriéndole meter la verga. Yo estoy idiota, pensaba en que Linda era demasiada pieza para Alejandro. Tanto que no sería tan pendejo para buscar al alguien más.\nAmbos estábamos equivocados. Yo en no ver la señal, en dejar ese tesoro que ya tenía.\n-Yo creo que no tenemos que repetir esto, Andrea. No estaría bien para la niña.\n-Sólo te pido que no seas pendejo y que nadie se entere. Quiero esa pinche verga y esa boca para mí. Mientras no me metas en un desmadre, mi pucha te está esperando.\nNo tuvo que decir más, volví a comenzar a besarla al punto de que nos calentamos de nuevo. Mi verga estaba parada y ella pidió que le demostrara que ella era mía.\nHice lo primero que se me ocurrió para exhibir dominio: romperle el ano. Le metí la verga de una sola embestida, sin preocuparme nada. Andrea gritó, manoteó, quiso soltarse. Pero nada.\n-You belong to me, slut. Your ass is mine. Your body is mine. You belong to me.\n-Hijo de puta, mi culo.\n-Me pediste que te demostrara que me pertenecías. Bueno, tu culo es mío. Y tú también.\n-Sí, teacher. Soy tuya. Mi culo es tuyo. Para eso estamos las putitas, para que nos rompan el culo.\nMe vine, sin condón, dentro de su ano. Ella también tuvo otro par de orgasmos antes de quedarnos dormidos. Las niñas estaban con su papá, así que nadie se preocupó por volver a casa. Sólo una llamada de buenas noches, sin decir que yo estaba ahí.\nFuimos amantes por mucho tiempo. Cada que las niñas iban a visitar a su padre, nos escapamos para tener sexo. Ella era una maestra en lo suyo y le daba guerra. Dominante natural, pero le gustaba ponerme a prueba con el fin de que yo la domara. Lograrlo era recompensado con orgasmos sucios y demoledores.\nDiana se inscribió en la preparatoria y le di clases. Era divertido ver sus trabajos con dibujos de anime en los márgenes, sintaxis y ortografía perfectas. Elizabeth se había convertido también en una profesora cercana, como dos fans de las cosas raras...\n...y también estaba Alejandro. Buscando un resquicio, una apertura para hacerla suya. Lo consiguió.\nAlejandro es un cabrón, pero es un genio que conoce a las mujeres que le vienen bien. Utiliza sus defectos, sus puntos flacos y los vulnera. Con Diana lo hizo. Se convirtió, de pronto, en un intento de figura paterna. En una especie de Agamenon para su pequeña Elektra.\nDiana no sabía que yo compartía la cama de su madre, pero quien quería explotar los daddy issues era este maldito.\nUna ida al cine bastó. Porque sí, papá cuida de Diana y su hermana. Pero siempre es en sus términos. No va a ningún lado si no le gusta. Ir a una función de anime era mucho para él. Y Alejandro tomó eso como una oportunidad.\nLo peor es que me lo presumió, por mensaje de WhatsApp, justo después de que todo sucedió. La subió a su auto, le acarició la pierna al iniciar el camino. Al sentirla incómoda, la tranquilizó acariciando su mejilla. Platicaban del amor, de relaciones fallidas. De la vida. De cómo todos sus novios se iban por temor a su papá. Un \"yo no le tengo miedo\", que era premonición del desastre.\nEntre las sombras del cinematógrafo, Alejandro elevó sus atrevimientos. Tomó de la mano a la niña, acarició más arriba de sus piernas. Buscó entre la blusa sus senos. Me imagino a Diana congelada, sin respuesta. Pero con más atención de la que nunca sintió recibir.\nAlejandro le robó un beso, que Diana respondió con la torpeza que caracterizaría a una niña de su edad y con su inexperiencia.\nEl beso fue seguido por una ligera, lenta, búsqueda del clítoris sobre los pantalones de la nena. Gemidos, besos. El ataque a los titanes dejó de importar. Aunque un muro muy complejo de tumbar ya había caído.\n-No hay nadie en casa. Mi mamá se fue con un amigo.\n-¿Tu hermana?\n-No sé. Creo que también le dijo a mi mamá con una amiga.\n-Bueno, podemos ir a tu casa y ser novios. Yo te cuido, no te preocupes.\nLlegó a su casa y, de inmediato, la besó con urgencia. Como si fuera a desaparecer de inmediato ante sus ojos. Le devoró todo, desde la boca hasta las piernas, desnudando sus cuerpos rápido para no perder un solo segundo.\nElla estaba curiosa por la verga que tenía enfrente. La tocó con timidez.\n-Calma. Mira, pon tu mano alrededor. Justo bajo la cabecita.\n-¿Así, Ale (recordemos que el profesor no se llama así)?\n-Sí, así. Ahora mueve de arriba a abajo, primero despacio, pero cada vez más rápido. Yo te guío, siente cómo me va gustando.\nLa chaqueta fue intensa, placentera, gloriosa. Entonces Alejandro detuvo la manita de su alumna. \n-Métetelo a la boca. No lo chupes. Sólo mételo. Y mueve la cabeza. \n-¿Y si no me gusta?\n-Es como meterte un dedito, mi amor, calma.\nUna mamada muy improvisada, accidentada, sorteó la verga del maestro. Saliva que estaba por asfixiar a la chica, ligeras mordidas. Pero, de nuevo, le excitaba. Porque era él quien daba lecciones en la cama. Ahora a alguien más joven de lo que nunca tuvo.\nSe abrió la puerta. Me imaginó a Alejandro se le congeló el corazón, más viendo que se trataba de Andy.\nLa niña se quedó petrificada viendo a su hermana mayor de rodillas haciéndole una mamada a un señor ya adulto. Quien quiso salir al paso normalizando el asunto.\n-Ho... hola, mi amor. ¿Cómo estás?\n-B... bien...\n-Soy el novio de tu hermanita. Veo que tú también estás igual de chula. ¿Es de familia, verdad?\nAndy era más bajita, pero más delgada. Más blanquita, con el cabello tirando a rubio y los ojos más claros. Con cara de niña, niña todavía.\n-¿Cómo te llamas, amor?\n-Andrea\n-Quieres ser mi novia, ¿verdad, Andrea?\nAndy sólo pudo responder asintiendo con la cabeza. Aún en shock.\n-Bueno, mi amor. Quítate la ropa. \nQuizá la situación fue tan chocante que Andy se vio un poco obligada a todo. Sin nada de ropa, con un cuerpo pequeño, se arrodilló frente al maestro.\n-Buena niña, mi amor. Dianita, ¿le enseñas a tu hermana cómo ser mi novia?\nDiana no tardó en enseñar cómo masturbar y mamar la verga de su profesor. Era un lujo, un show, un milagro lo que estaba pasando. Dejó de pensar en lo estúpido que era lo que hacía, en las posibles consecuencias. Incluso se dio a la tarea de que se turnaran el miembro en sus pequeñas bocas.\nMe consta esa imagen porque tomó foto y la guardó para enviarme esa evidencia, en un alarde de presunción que le costaría caro. Sí, ya se pueden imaginar a dónde vamos.\n-Bueno, bueno. ¿Quién quiere ser mi primera novia? ¿Tu quieres, Dianita?\nAcomodó Alejandro a su alumna sobre su miembro, permitiendo que bajara despacio. El dolor, natural, se fue diluyendo poco a poco. Pero la sensación de shock en Diana no se fue. \n-Qué hermosa estás, mi Dianita. ¿Así te lo imaginaste?\n-No, profe, no. Lo imaginé con otro tipo de... de novio.\n-No me digas profe. ¿No te gusta?\n-No... no, tanto...\nAlejandro le dio una bofetada a la chica, quien se quitó de encima de su verga y comenzó a llorar.\n-Perdóname, Dianita, perdóname. No fue mi intención pegarte.\nAndy le dio un puñetazo por la espalda, respondiendo el maestro empujándola hacia la pared.\nLa situación se salió de control, así que no quedaba más que la amenaza: una palabra a alguien y ellas estaban acabadas.\nAcabado estaba él, pero todavía no tenía idea alguna." | renderPostMessage 4535}}}

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{{{"El cabrón me envió los mensajes presumiendo su \"hazaña\", así como la imagen de las dos nenas a su merced, mientras yo tenía a la madre de ambas durmiendo en mi pecho.\nSe me heló la sangre y luego se incendió en ira. Pero no hice nada. No era el momento. No quería terminar con una tarde que estaba siendo genial para mí.\nLa dejé frente a su casa y, de la nada, se me ocurrió decirle:\n-Si llega a pasar algo, si necesitas algo, aquí estoy para ti.\n-Cálmate, intenso, jajaja. Está bien. Pero acuérdate que no soy tu novia, más bien tú eres mi nalga.\n-Aún así. Me gustas un chingo, pero te aprecio. Eres una mujer chingona. Fuera de las cogidas que nos damos, cuentas conmigo.\n-Sí, mi \"cuchurrumín\". Sí, mi \"amorcito\". Jajaja.\nUn beso apasionado, juguetón, cerro nuestro encuentro. Volví a casa.\nLo sucedido no salió de mi cabeza. No pude dormir. No paraba de pensar en que, si bien Alejandro había roto muchas barreras, esto ya era demasiado.\n¿O era que yo estaba enculado con la madre de las niñas y en realidad no era tan importante como todas la veces anteriores?\n-Andrea, necesito que veas algo. Llámame en cuanto puedas.\nEse mensaje salió tirando a las cuatro de la mañana. Alejé mi celular esperando que fuera al otro día que tuviera respuesta.\nNo pasaron ni cinco minutos.\n-Cabrón, ya duérmete.\n-Ven a mi casa.\n-Wey, cogimos chido hoy. Me acomodaste rico el útero. Sé que estoy rica, pero aguanta, no mam...\n-Ven a mi casa. Es serio.\n-No vayas a salir con una mamada, cabrón.\n-Si saliera con una mamada no te estaría pidiendo que vinieras. Ni siquiera tiene que ver conmigo. Son Diana y Andy.\n-¿Las niñas? Se quedaron dormidas luego de que fueron a ver a sus amigas hoy.\n-Ven a mi casa. Tenemos que hablar. Por el bien de las niñas.\n-Voy allá. Pero no me salgas con chingaderas.\n-Eso es lo peor. Es una chingadera.\nLlegó. Vestida con pants. Hermosa pese a no tener una gota de maquillaje y su rostro tanto somnoliento como enfadado.\n-Espero sea importante, cabrón. ¿Qué pedo con las niñas?\n-Alejandro, tenías razón.\n-¿Qué hizo ese hijo de puta?\nLa invité a pasar y a tomar asiento. Le mostré los mensajes, la foto. Un grito de furia, maldiciendo a toda divinidad posible, inundó mi casa. \n-¿Tú sabías, cabrón? ¿Por qué te manda estos mensajes?\n-De ellas no sabía. Sé que se liga a alumnas, pero no que iba por tus niñas.\n-Pero si Diana acaba de... Y Andrea ni siquiera...\n-Lo sé, lo sé. Por eso no vi peligro. Suele ir por las que recién salen. No imaginé que se pasara así de verga. Estoy bien pendejo, la puta madre.\n-No, no eres un pendejo. Bueno, sí. Igual que yo y que todos. Sólo es que eres hombre y no te das cuenta de que, toda mujer, tiene mil vergas apuntando hacia ella. Hasta la más chiquita de las niñas tiene un puerco deseándole meter el pito. Pero, bueno, ese pendejo es pendejo, culero y bastardo. Aguántame, tengo que hacer una llamada.\nAndrea se levantó, marcó un número. El tono se volvió más sumiso, extrañamente suave y tierno. Era claro que buscó al papá de sus hijas, en una charla que empezó seria, se tornó fúrica y terminó con mi amante en un extraño tono apacible.\nLe dio mi ubicación. En minutos tocaron la puerta. Era él. Moreno, más bajo que yo. Hosco. Sé que podría partirle la madre, pero sus facciones me hacían sentir que no era una buena idea. Mucho menos en ese fuego de furia que traían sus ojos esa noche.\n-Buenas noches, profe. Quiero que me diga dónde vive ese cabrón.\nNo supe qué contestar. Entonces Andrea me tomó del hombro y me dijo sin chistar.\n-Más te vale que lo digas. No estamos jugando. No te preocupes, no le va a pasar nada que no se merezca.\nEl papá de las niñas era electricista. Bueno. Caro. Pero también era hijo de un ex judicial que se sacrificó para ir a prisión hace 25 años en un caso que implicó a policías corruptos y narcotraficantes. Todo esto a cambio de protección a su familia y estímulos económicos permanentes.\nLa policía judicial federal le debía favores eternos. La maña también. Solía cobrar con una especia de pensión que primero era para el hijo. Nunca tocó el movilizar a nadie. Al parecer sería para sus nietas.\nLa policía estatal hizo una redada en el departamento de Alejandro. Apenas amanecía y en el departamento estaba Linda. Quizá había pasado la noche con él, buscando desquitar la calentura inconclusa. Lo arrestaron argumentando abuso infantil, en el que inculparon a la chica que lo acompañaba. \nEso obligó a las autoridades locales a enterarse de la detención y actuar. Pero, sobre todo, de lo que estaba por ocurrir con el maestro.\nAndrea no me quiso contar nada. Nos seguimos llevando bien, pero tomé mi distancia. Nunca sentí más miedo que esa noche. \nNo lo mataron, pero lo destruyeron. Cuentan los rumores que, entre la mañana de su detención y su presentación ante el juez, Alejandro fue golpeado, castrado y torturado. Tanto por policías como por miembros locales de un cártel. Cuando lo presentaron ante la prensa y la autoridad, no hizo mucho por defenderse. Ningún abogado aceptó tomar el caso. Nadie quiere tener fama por defender a un violador de menores.\nTestificó, confesó el caso. Una por una de sus jóvenes amantes. Fue un desastre de relaciones públicas para la preparatoria, la cual se lavó las manos y la reputación señalando que fue la misma institución quien hizo la denuncia a la policía. Yo, simplemente, no dije más nada. Sólo me confesé ante Elizabeth. Ni siquiera pude coger con ella ese día.\nLinda fue mandada a estudiar a la capital. Lourdes fue a visitar a Alejandro un día. Samantha desapareció y dejó de tener contacto, sólo sabemos de ella por su activismo. Viviana es estudiante universitaria de veterinaria. Diana se fue a estudiar a Canadá junto con Andy. Lejos de la vergüenza. \nEl caso fue olvidado por la prensa nacional y la local lo trata como un caso donde la institución salvó a sus alumnas de un maniático sexual. Nadie defendió a Alejandro, quien fue torturado muchas veces dentro de prisión.\nEspecialistas psiquiátricos intentaron verlo, pero ciertos grupos con poder allá adentro lo impidieron a toda costa.\nIncluso, dicen los especialistas, que cuando intentó colgarse cortaron con un cuchillo la manta que trató de usar. Acto seguido le dieron una golpiza.\nAlejandro está allá adentro, todavía. Le dieron como 13 años. Le queda cerca de una década en lo más profundo del infierno, a menos que a alguien se le pase la mano en la tortura y termine con su miseria.\nPuedo contar más de lo que fueron sus amoríos dentro del plantel. Pero veo que con esto, quizá, están satisfechos.\nBuenas noches. Buena suerte." | renderPostMessage 4536}}}

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{{{">>4536\nCASTRADO?? que locura, nunca en la vida pensé que todo terminaría tan horrible" | renderPostMessage 4539}}}

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{{{">>4534\nSi puedes cuenta el resto de sus amoríos, gran historia negro" | renderPostMessage 4541}}}

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{{{"Tan pronto como se destapó todo lo que Alejandro hizo, se revelaron a todas las amantes que tuvo entre las alumnas, se dejaron escuchar rumores. Quién sí, quién tal vez, quién tiene cara de que sí o de que no.\nNo había alumna ligeramente atractiva que no pasara por sospecha entre los últimos semestres. Pero una de las que confesó estuvo libre de cotilleos fue, justamente, Viviana.\nSi bien fue parte de las confesiones, nadie se quiso enterar. Hizo oídos sordos la comunidad. Yo lo supe, de hecho, por Elizabeth. La profesora de redacción era confidente de muchas alumnas en temas personales. Novios, familia, hormonas. Ser adolescente y ser mujer, sin guía, es jodido. \nViviana era hija de médicos. Su papá es de la capital y su madre era de Sonora. Pelirroja natural, de ese cabello color jengibre. Una niña de casa, muy tierna y de modos un poco cursis. De curvas pronunciadas, unos senos medianos pero no por ello dejando de ser generosos. Sus piernas eran chuleadas, torneadas y gruesas, coronadas con un trasero redondo y digno de las mismas.\nUnos ojos almendra, una boquita pequeña de labios carnosos. Sonrisa juguetona pero con brackets. Su ceceo al hablar, así como risitas de vez en cuando, le daban un dejo de ternura.\nNadie dudaría que una chica así era inocente, pero Viviana estaba lejos de serlo. Es de aquellas chicas que conocieron el sexo a una edad relativamente temprana, descubrieron el encanto de sus cuerpos y les gustó.\nNo se le conocía novio en la escuela, pero iba siempre por ella un chico mayor. Y luego otro. Y otro. Una vez un universitario. Otras veces incluso uno que tenía pinta de marino. Siempre más grandes, pero nunca por mucho.\nSegún Elizabeth fue Viviana quien cazó, esta vez, a Alejandro. No extrañaría que supiera de alguien lo que solía hacer con otras alumnas, que bajo la mesa y en los rincones se haya hablado de una o más aventuras. Así que le envió un mensaje. Por WhatsApp. Directo.\n-Hola, profesor. Me gustaría platicar con usted.\n-Dime, Vivi. \n-Verá... me siento un poco incómoda.\n-¿Conmigo? ¿En mi clase? ¿De qué hablas?\n-No se haga, profe. Usted es bien obvio. Bien que le gusta verme las piernas.\n-No sé de qué hablas. Pero si te incomoda que vea o algo, puedo tomar distancia.\n-No, no es eso. Yo le escribí para otra cosa. Quería que me invitara un café. Se lo acepto.\n-No sabes lo que dices. Te puedes meter en problemas.\n-Usted también. Y bien que quiere. Dígame cuándo y yo jalo. Sin miedo.\nEra claro que ella sabía el juego al que se estaba metiendo. No tenía miedo de ser la presa, de ceder el control. De dejarse disfrutar.\nMucha gente los vio juntos esa tarde. No eran melosos y, cuentan, parecían un tío y una sobrina. Amigos con diferencia de edad. Una charla agradable que no dejaba lugar a sospecha.\nSin embargo, Elizabeth sabe que a Viviana no le gusta ser indiscreta. Incluso con sus parejas es reservada en público. Ligeras caricias, besitos suaves. Sonrisitas, bromas. Pero es en la intimidad donde se deja ser. Donde se libera completamente.\nEn casa, en la escuela, Viviana es una princesa. Una dama que lo exige todo, que lo pide todo. Quien piensa que por existir merece tener lo que desee, desde una calificación hasta una oportunidad. Tiene razones, por supuesto, era una buena estudiante y no se deja.\nSin embargo, en la cama ella es lo opuesto. Elizabeth me cuenta que al descubrirlo fue incrédula. ¿Cómo una niña tan mimada y de carácter tan fuerte podría ser tan sumisa en la habitación? Es simple, tan pronto llegó a la recámara de Alejandro él marcó su territorio. Besó sus senos, remarcados por unas aureolas y pezones rosados. Los mordió, succionó. Subió entre ellos, llegando al cuello. Con una mordida en la yugular, leve, como un vampiro delicado. Lengua desde la base de la cabeza, recorriendo los tendones. Para, después, bajar de nuevo a devorar lo que había dentro de ese escote color negro, sin sostén.\nUna falda de lápiz en cuadros, en una mezcla de atuendo para profesora y alumna de secundaria, cubría sensual lencería de encaje negro. Los ojos enmarcados por bonitos lentes de pasta dura, pero con forma elegante. Labial rosado lleno de ternura.\nY, así, entre besos dulces y venenosos, ella comenzó a arrodillarse. Primero puso, entre sus senos, el miembro ya erecto de su profesor. Después, comenzó a mamarlo despacio. Enfocando sólo en su glande. Y, luego, empezó a besar las piernas. Carecía totalmente de voluntad.\n-¿Te gusta mi verga, princesa?\n-Sí, mi amor. Está grandota y rica.\n-¿La quieres adentro?\n-Métame la verga, profe. Métame la verga.\nLa tomó del cuello y la levantó, casi por la fuerza. La colocó, casi a punto de arrojarla, frente a su escritorio. Ella inclinó su cabeza, levantó sus caderas, dejó al alcance la entrada de su vagina. La penetración fue inmediata.\n-A...así, mi amor.\n-Te gusta, ¿verdad?\n-Mucho... meee... me partes, mi amor\nEl cabello rojizo, con rulos apenas marcados, era tomado por el maestro con una mano. Primero lo puso alrededor del cuello y, con el mechón restante, lo jaló. Una ligera sensación de asfixia y una total de sumisión invadieron el cuerpo de la joven, quien gemía fuertemente.\nLas embestidas eran fuertes. Como si Alejandro quisiera lastimar a propósito. Como si fuera una tarea el dejar huella en su útero.\nSólo soltó su cabello para tomar sus caderas y , con nalgadas de por medio.\n-Me... estás... violando.\n-Te estoy tomando por la fuerza, porque me perteneces.\n-Soy tuya, profe. Tuya. Viólame. Viola a tu alumnita.\nElla buscó la mirada de él, siempre, dejando claro quién mandaba. Hasta que se dejó caer sobre el escritorio y, con gemidos apenas perceptibles, se dejó venir en un orgasmo intenso pero callado.\nÉl la tomó de las manos, las cuales temblaban ligeramente. Al apartarla de su cuerpo, se sentó a la orilla de la cama.\nElla no tardó mucho en, a mitad de su orgasmo, arrodillarse a sus pies. En acariciar, besar y morder sus piernas mientras el profesor se masturbaba para elevar aún más su excitación. \n-¿Quieres más?\n-Sí, amor. \n-Pídemelo entonces.\n-Dame verga, mi vida. Dame verga, profe.\nElla se sentó sobre él, a la orilla de la cama. La penetración era profunda, mientras ambos se movían para hacerla aún más intensa. La boca y los senos estaban al alcance de los labios del profesor. Las nalgas y las piernas estaban a merced de sus brazos.\nViviana gemía despacio, pero rico. Con una voz de niña, retorciéndose de placer. Los ojos de la nena se ponían en blanco, con la mirada en el techo. De vez en vez Alejandro, normalmente embelesado en sus pechos, bajaba su rostro de la nube para devorarle la boca.\n-Sígame partiendo, profe. Sígame partiendo, por favor.\n-¿Te gusta cómo te cojo, mi vida?\n-Sí, mi amor. Su vergota me encanta. Y ese cuerpo. Sus piernas están muy bonitas.\n-Las tuyas son obras de arte, preciosa.\n-Por eso siempre llevo falda en sus clases, para que se dé gusto. \n-¿Qué más harías por mí?\n-Ir sin calzones para que me coja así de rico...\nOtro orgasmo se apoderó del cuerpo de la nena, quien clavó sus uñas en la espalda del profesor. En otro tiempo eso lo hubiera enfadado, pero ahora era un trofeo esa marca.\nViviana, con dos orgasmos encima, quedó sobre la cama. Casi sin respiración. Con el miembro aún a tope, Alejandro puso una pierna de la chica en cada uno de sus hombros y penetró sin piedad. Los gemidos suaves se convirtieron en casi gritos.\n-No puedes escapar, mi amor. Eres mía.\n-Soy... soy toda tuya. Sólo existo para ser... ser cogida por ti.\nYa sensible, un tercer orgasmo no tardó en llegar al cuerpo de la chica. Uno intenso, con el que gritó y se retorció en los brazos de su amante triunfante. \nÉl, victorioso, la puso de nuevo de rodillas. Se vino dentro de su boca, con ella degustando cada gota de leche.\nHasta el día de su caída, Alejandra y Viviana fueron amantes ocasionales. No se hablaban mucho, salvo cuando acordaban escapar.\nViviana estudia veterinaria. Niña dulce, con modos presuntuosos. Aunque algunos sabemos la sumisión que esconde." | renderPostMessage 4545}}}

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{{{">>4545\nGracias por darte el tiempo de estos relatos negrito" | renderPostMessage 4547}}}

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{{{"Tengan por seguro que Alejandro tuvo sexo con más chicas. O, al menos, es algo que para mí es casi un hecho. Pero no me contó mucho más. O no admitió mucho más.\nSin embargo, quizá Adriana fue aquella a quien más daño le hizo. Sí, incluso considerando los antecedentes con jóvenes como Diana y Andy.\nAdriana era una chica linda. Unos ojos verdes preciosos, enormes, enmarcados en un rostro redondo y con una sonrisa que emanaba sexualidad.\nSenos enormes, piernas dulcemente firmes y musculosas, un culo de durazno exhuberante.\n¿El problema? Alta. Grande. Con curvas muy pronunciadas. Sobrepeso, sí. Pero los adolescentes no pueden diferencias lo que vuelve irresistible a un hombre de una mujer. \nEsa chica, con su cabello negro largo y su tez extremadamente blanca, era una vampiresa que devoraba miradas. Pero sólo de hombres maduros, quienes veían en ella el potencial sexual de una hembra hecha y derecha. A quien, además, unos lentes de armazón delgado le daban un aire inaudito de inocencia.\nA una bola de niñatos ese cuerpo que destilaba deseo sólo les inspiraba burlas, mofas. Vaca, hipopótamo y otros apodos crueles.\nUna chica increíble que terminaba siempre sola. Y eso, naturalmente, era un presagio. Alejandro intentaría algo.\nElizabeth, por ejemplo, intentó convencerla de su valor. De lo inteligente y genial que era. Pero, cuando tus pares no lo notan, el que externos te lo digan es inútil. La idea era evitar que se volviera presa de un acosador en serie. \nEntonces, lo inevitable comenzó a ocurrir: Alejandro le comenzó a poner a atención a Adriana. Primero como alumna brillante en matemáticas, al recomendarle una carrera en ingeniería computacional o, ya de plano, actuaría. Consejos académicos que se volvieron cada vez más personales.\nRecomendaciones para los exámenes de admisión universitarios pasaron a pláticas sobre la manera más sencilla con la cual lidiar con el rechazo. Fue ahí, por supuesto, cuando Elizabeth quiso poner un alto.\n-Wey, basta. Ya crece. Deja de andar como perro tras las chicas.\n-¿Y ahora quién te pegó, morra? ¿De qué me hablas?\n-No te hagas, pendejo. Ya sé que le andas oliendo el culo a Adry como el pinche puerco que eres. Es una buena niña, no te quieras pasar de listo.\n-¿La maestra de redacción no tiene mejor vocabulario? Mejor ve con el de inglés a que te dé la cogida que te hace falta, córrele.\n-Me entero de que le haces algo y no te la acabas, te lo juro.\nAdriana vivía con sus tíos. Suena a cliché dramático, pero a veces la vida real es más dura que las películas y las telenovelas.\nSu padre, un piloto de avión, perdió su trabajo con la clausura de Mexicana de Aviación. Empezó la lucha sindical que se ha extendido por lustros, pero se perdió en el alcoholismo al no encontrar trabajo posterior. Murió solo, tirado, afuera de un tugurio. Le adulteraron el trago y falleció envenenado. La mamá, un ama de casa tradicional, simplemente no pudo soportarlo y se ahorcó después de meses luchando contra la depresión causada por la pérdida tanto de su marido como de su estilo de vida.\nEsto nos daba a una niña sola, que era cuidada por tíos quienes lidiaban primero con sus propios tres hijos y, después, le ponían atención. No los culpo: una vida de familia era ya complicada y le dieron un techo a una chica en su peor momento. Ella apenas tenía 16 años pero contaba con mucha soledad a cuestas.\nAlejandro sabía cada detalle en la vida de su próxima conquista. Y lo usó para su beneficio. El día del niño le regaló un pequeño peluche de Pikachu, junto con un par de chocolates. Fue recompensado, a cambio, con regalos el día del maestro y, para sorpresa de casi nadie, el día del padre.\nEl profesor exprimió el complejo de Elektra de Adriana todo lo que pudo. Se convirtió en su guardián, su guía, su cuidador. Y se fue alejando de Elizabeth, quien había servido en el plantel como figura materna.\nNo soy muy creyente de Sigmund Freud, pero Alejandro le estaba dando la razón en esta jugada. Más al considerar que los intentos de Elizabeth por apartarlo de su víctima estaban yendo a ningún lado.\nEsta pareja de padre e hija tuvieron su momento en una peculiar cena por \"navidad\". Él la invitó a casa a comer pasta, preparada por él mismo. Vino tinto. Música suave. Plática de todo y nada. De música, de cine. Él tenía la pinta de un hombre culto, de persona sabia. Ella hacía el intento por parecer a su nivel.\nEntonces la mano del profesor fue a la pierna de su alumna, quien tenía un vestido color vino, escotado con su grandes pechos. Una botas cafés altas para evitar el frío.\nLa otra mano se posó en la cadera de una chica congelada por la escena. Pero completamente conquistada.\nElla fue quien lo buscó besar, de piquito. Luego se disculpó.\n-Perdón, profe, es que yo.\n-Es que nada, está bien. Tú me gustas. Yo te gusto. No hay nada de malo con ello.\n-Pero es que... qué van a decir...\n-¿Te importan?\n-La verdad no.\n-¿Están aquí?\n-No, pues no.\n-No digas nada. Simplemente no digas nada. Y deja que todo fluya.\nLos besos fueron torpes, pero húmedos. Ella nunca tuvo pareja. Nunca se atrevió con otro chico a intentarlo, pese a lo hermosa que era. Sus complejos se lo impedían. \nLa lengua del profesor recorrió el cuello, mientras sus manos de divertían con las piernas y el culo de su niña. Obviamente no tardó en buscar las tetas de la joven para morderlas, chuparlas, besarlas. Los ligeros gemidos de ella lo volvían loco. Sobre todo porque ella temía dejarse sentir.\n-No, mi amor. No tengas miedo. Tú grita, tú habla. Quiero escucharte. A nadie le importa.\nEl espacio era limitado, pero había un sillón ancho en el que se sentó él después de que ambos se desnudaran con inusitada urgencia.\nMientras ella estaba de pie, de espaldas a él, su clítoris era acariciado con suavidad y maestría. Dos dedos, a la vez, encontraron ligeramente espacio dentro de su vagina, hallando esa barrera que a muchos vuelve locos y otras las condena.\nLa humedad, claro, fue lo que necesitó sentir para que notara lista a su presa. Todo mientras un playlist de jazz se dejaba escuchar en las bocinas.\n-Mi vida, acércate y siéntate frente a mi. Con las piernas abiertas.\nEl pene del maestro se abrió paso despacio en la vagina de su niña, quien se acomodó lentamente sobre el mismo y se aferró a su espalda tras sentir un ligero pero agudo dolor al romperse su himen.\n-Tranquila, ya va a pasar, vete moviendo despacio. De arriba a abajo. Así se va a ir yendo.\nEse movimiento de caderas lentos ayudó a que el placer fuera invadiendo paulatinamente el rostro de Adriana, cambiando el rictus de dolor a uno placentero. Los gemidos se fueron haciendo más intensos.\nElla se estaba abandonando. En algún punto, simplemente, recostó su cabeza en el pecho de Alejandro, mientras movía el resto de su cuerpo.\n-¿Cómo lo sientes, amor?\n-Rico, Alejandro. ¿Te puedo decir así? \n-Tú dime como quieras. Sólo te recuerdo que en tu clase soy tu profesor. No otra cosa.\nCon las fuerzas que tuvo Alejandro movió a Adriana para adoptar la posición del misionera y darle con todo, con esa furia con la que poseía a sus mujeres. La chica no hizo ningún ademán para evitarlo. Sólo, con el maestro sobre ella, lo abrazó con sus piernas fuertes.\nLos gemidos en la sala, por parte de ambos, eran sonoros. El hacía sonidos por el esfuerzo físico de darlo todo. Ella por el intenso placer recibido.\n-No, no pares. Quiero que nunca dejes de hacer esto.\n-¿Hacer qué?\n-De tener...\n-¿Que nunca te deje de coger?\n-Sí, eso. Nunca dejes de hacerlo.\n-Dilo, como es.\n-Nunca me dejes de coger.\nAdriana se aferraba con sus fuerzas al cuerpo de su maestro, quien simplemente disfrutaba de una vagina fresca y recién inaugurada ante el sexo. Ambos terminaron en un orgasmo más que placentero. Con el semen del profesor inundando el cuerpo de su alumna.\nNormalmente las chicas sabían qué hacer para evitar consecuencias. Pero Adriana, por desgracia, no era como las otras chicas." | renderPostMessage 4548}}}

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{{{"Elizabeth, en los días siguientes, notó primero una pícara alegría en el rostro de Adriana. Más juguetona, sencilla, apacible. Sin embargo, con el paso de algunas semanas, su gesto se tornó más hosco de lo normal. Más apagado de lo habitual.\nHasta que, un día, simplemente acudió con ella.\n-Miss, necesito un favor.\n-Adriana, qué milagro. Lo que necesites.\n-Es que, verá, estoy embarazada.\nYo estaba ahí. Yo vi el rostro de Eli encenderse en fuego porque olía lo que había ocurrido. Alejandro no me contó, pero tuve que ir yo a sacarle información.\nAdriana siempre negó que fuera él. Ella insistía en que fue otro muchacho, un amigo de su barrio. Con todo y que el maestro me lo presumió con un trofeo y que Elizabeth le contó a la muchacha que su querido profesor había confesado todo.\nEl embarazo se interrumpió en una visita fugaz a la capital. Y, a partir de ahí, todo fue cuesta abajo.\nEl rumor de que Adriana se había embarazado la aisló más de sus compañeros. Sus calificaciones bajaron, su interés por las clases se fue al demonio. Llegó la maldita pandemia para comerse su último semestre, mientras su tía fallecía de Covid. A eso hay que sumar que tuvo que ver cómo Linda, la niña bonita de la escuela, presumía por debajo de la mesa ser la novia del profesor que le quitó la virginidad después de ser su figura paterna.\nFueron meses en los cuales Elizabeth y yo la rescatamos. La conectamos con especialistas que, entre los dos, pagamos. Fue un milagro que alcanzara a inscribirse en una carrera universitaria privada de administración, la cual paga trabajando de medio tiempo como becaria en una constructora.\nIntenté preguntarle cómo se sentía cuando atraparon a Alejandro. Ella me confesó que lloró muchísimo, que se sintió un juguete, como una figura decorativa perteneciente a una colección de muñecas. Pero, aún así, no creía que el maestro mereciera tanto sufrimiento. Sólo esperaba que aprendiera la lección. Por desgracia para él, el aprendizaje fue en fuego.\nAlejandro está en prisión, deseando morir muy seguramente. Sus chicas han hecho su vida. Elizabeth y yo somos amantes ocasionales, puesto que ella no cree que podamos ser ya pareja después de todo lo que ha pasado.\nNo puedo contarles nada más. Mi relato puede ser ficción o puede no serlo. Hay pistas de lo que pasó en la vida real, pero lo cierto es que pasa en muchos lados y, seguramente, conoces historias así. Sólo que otros no son tan inteligentes para mantenerse como cazadores furtivos durante tanto tiempo, ni tan estúpidos para saltarse sus propias reglas y meterse con las víctimas equivocadas.\nTambién es cierto que, muchas veces, testigos como yo callamos hasta que encontramos un foro anónimo de internet donde expiar nuestros sentimientos de culpa por no decir nada, reduciendo todo a un cuento para que otros se masturben.\nNo es una fábula, no hay moraleja. Bueno, sí. Una sola. No seas estúpido.\nBuenas noches. Buena suerte." | renderPostMessage 4549}}}

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{{{">>4534\n>-¿Sabes cómo se dice 99 en Chino?\n>-¿Ca chi chen? No perras mames, pendejo. Jajaja. Te mamas.\n\n\nJajaja esa parte casi me mata de risa \n\n\nPero ya fuera de mame, la neta al comenzar la historia no me imaginaba como terminaría al cabrón de Alejandro\n\nMira que hasta para ser cabrón hay que saber que hay límites, y el por pensar demasiado con el pito termino más que mal\n\nEl si lo que obtuvo fue lo que se merecía o no ya es juicio de cada quien, pero como dijo el OP ese wey justo ahora debería de estar deseando morirse, pero hasta la elección de suicidarse se le fue arrebatada, eso me hace pensar en que igual hay cabrones así en todos lados y algunos hasta salen impunes de tantas cosas \n\nLo que más me pasó fue lo de Adriana, alch que situación tal culera por la que pasó" | renderPostMessage 4556}}}

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{{{">>4548\nBendiciones para ti negro, gracias por semejante historia, suerte en tu culposa vida" | renderPostMessage 4557}}}