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antes de jalarmela con esta tipa, mejor aplico la abstinencia.
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Más negrin
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Creo que hablo por todos cuando digo que ahora se a puesto mas buena Michelle la mayor no? a echado cuerpo, delgadita pero carnosa y bonito rostro
El cabrón me envió los mensajes presumiendo su "hazaña", asà como la imagen de las dos nenas a su merced, mientras yo tenÃa a la madre de ambas durmiendo en mi pecho.
Se me heló la sangre y luego se incendió en ira. Pero no hice nada. No era el momento. No querÃa terminar con una tarde que estaba siendo genial para mÃ.
La dejé frente a su casa y, de la nada, se me ocurrió decirle:
-Si llega a pasar algo, si necesitas algo, aquà estoy para ti.
-Cálmate, intenso, jajaja. Está bien. Pero acuérdate que no soy tu novia, más bien tú eres mi nalga.
-Aún asÃ. Me gustas un chingo, pero te aprecio. Eres una mujer chingona. Fuera de las cogidas que nos damos, cuentas conmigo.
-SÃ, mi "cuchurrumÃn". SÃ, mi "amorcito". Jajaja.
Un beso apasionado, juguetón, cerro nuestro encuentro. Volvà a casa.
Lo sucedido no salió de mi cabeza. No pude dormir. No paraba de pensar en que, si bien Alejandro habÃa roto muchas barreras, esto ya era demasiado.
¿O era que yo estaba enculado con la madre de las niñas y en realidad no era tan importante como todas la veces anteriores?
-Andrea, necesito que veas algo. Llámame en cuanto puedas.
Ese mensaje salió tirando a las cuatro de la mañana. Alejé mi celular esperando que fuera al otro dÃa que tuviera respuesta.
No pasaron ni cinco minutos.
-Cabrón, ya duérmete.
-Ven a mi casa.
-Wey, cogimos chido hoy. Me acomodaste rico el útero. Sé que estoy rica, pero aguanta, no mam...
-Ven a mi casa. Es serio.
-No vayas a salir con una mamada, cabrón.
-Si saliera con una mamada no te estarÃa pidiendo que vinieras. Ni siquiera tiene que ver conmigo. Son Diana y Andy.
-¿Las niñas? Se quedaron dormidas luego de que fueron a ver a sus amigas hoy.
-Ven a mi casa. Tenemos que hablar. Por el bien de las niñas.
-Voy allá. Pero no me salgas con chingaderas.
-Eso es lo peor. Es una chingadera.
Llegó. Vestida con pants. Hermosa pese a no tener una gota de maquillaje y su rostro tanto somnoliento como enfadado.
-Espero sea importante, cabrón. ¿Qué pedo con las niñas?
-Alejandro, tenÃas razón.
-¿Qué hizo ese hijo de puta?
La invité a pasar y a tomar asiento. Le mostré los mensajes, la foto. Un grito de furia, maldiciendo a toda divinidad posible, inundó mi casa.
-¿Tú sabÃas, cabrón? ¿Por qué te manda estos mensajes?
-De ellas no sabÃa. Sé que se liga a alumnas, pero no que iba por tus niñas.
-Pero si Diana acaba de... Y Andrea ni siquiera...
-Lo sé, lo sé. Por eso no vi peligro. Suele ir por las que recién salen. No imaginé que se pasara asà de verga. Estoy bien pendejo, la puta madre.
-No, no eres un pendejo. Bueno, sÃ. Igual que yo y que todos. Sólo es que eres hombre y no te das cuenta de que, toda mujer, tiene mil vergas apuntando hacia ella. Hasta la más chiquita de las niñas tiene un puerco deseándole meter el pito. Pero, bueno, ese pendejo es pendejo, culero y bastardo. Aguántame, tengo que hacer una llamada.
Andrea se levantó, marcó un número. El tono se volvió más sumiso, extrañamente suave y tierno. Era claro que buscó al papá de sus hijas, en una charla que empezó seria, se tornó fúrica y terminó con mi amante en un extraño tono apacible.
Le dio mi ubicación. En minutos tocaron la puerta. Era él. Moreno, más bajo que yo. Hosco. Sé que podrÃa partirle la madre, pero sus facciones me hacÃan sentir que no era una buena idea. Mucho menos en ese fuego de furia que traÃan sus ojos esa noche.
-Buenas noches, profe. Quiero que me diga dónde vive ese cabrón.
No supe qué contestar. Entonces Andrea me tomó del hombro y me dijo sin chistar.
-Más te vale que lo digas. No estamos jugando. No te preocupes, no le va a pasar nada que no se merezca.
El papá de las niñas era electricista. Bueno. Caro. Pero también era hijo de un ex judicial que se sacrificó para ir a prisión hace 25 años en un caso que implicó a policÃas corruptos y narcotraficantes. Todo esto a cambio de protección a su familia y estÃmulos económicos permanentes.
La policÃa judicial federal le debÃa favores eternos. La maña también. SolÃa cobrar con una especia de pensión que primero era para el hijo. Nunca tocó el movilizar a nadie. Al parecer serÃa para sus nietas.
La policÃa estatal hizo una redada en el departamento de Alejandro. Apenas amanecÃa y en el departamento estaba Linda. Quizá habÃa pasado la noche con él, buscando desquitar la calentura inconclusa. Lo arrestaron argumentando abuso infantil, en el que inculparon a la chica que lo acompañaba.
Eso obligó a las autoridades locales a enterarse de la detención y actuar. Pero, sobre todo, de lo que estaba por ocurrir con el maestro.
Andrea no me quiso contar nada. Nos seguimos llevando bien, pero tomé mi distancia. Nunca sentà más miedo que esa noche.
No lo mataron, pero lo destruyeron. Cuentan los rumores que, entre la mañana de su detención y su presentación ante el juez, Alejandro fue golpeado, castrado y torturado. Tanto por policÃas como por miembros locales de un cártel. Cuando lo presentaron ante la prensa y la autoridad, no hizo mucho por defenderse. Ningún abogado aceptó tomar el caso. Nadie quiere tener fama por defender a un violador de menores.
Testificó, confesó el caso. Una por una de sus jóvenes amantes. Fue un desastre de relaciones públicas para la preparatoria, la cual se lavó las manos y la reputación señalando que fue la misma institución quien hizo la denuncia a la policÃa. Yo, simplemente, no dije más nada. Sólo me confesé ante Elizabeth. Ni siquiera pude coger con ella ese dÃa.
Linda fue mandada a estudiar a la capital. Lourdes fue a visitar a Alejandro un dÃa. Samantha desapareció y dejó de tener contacto, sólo sabemos de ella por su activismo. Viviana es estudiante universitaria de veterinaria. Diana se fue a estudiar a Canadá junto con Andy. Lejos de la vergüenza.
El caso fue olvidado por la prensa nacional y la local lo trata como un caso donde la institución salvó a sus alumnas de un maniático sexual. Nadie defendió a Alejandro, quien fue torturado muchas veces dentro de prisión.
Especialistas psiquiátricos intentaron verlo, pero ciertos grupos con poder allá adentro lo impidieron a toda costa.
Incluso, dicen los especialistas, que cuando intentó colgarse cortaron con un cuchillo la manta que trató de usar. Acto seguido le dieron una golpiza.
Alejandro está allá adentro, todavÃa. Le dieron como 13 años. Le queda cerca de una década en lo más profundo del infierno, a menos que a alguien se le pase la mano en la tortura y termine con su miseria.
Puedo contar más de lo que fueron sus amorÃos dentro del plantel. Pero veo que con esto, quizá, están satisfechos.
Buenas noches. Buena suerte.
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>>6801 (OP)
Aporta primero
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No. Ojala aparezca el heroe con los videos
Abrazados en la cama, Andrea me contó de su familia. De lo brillante que es Diana. No sólo en la escuela, sino fuera. HacÃa danza foclórica desde muy chica y estaba por entrar al ballet del Gobierno Estatal de tan dedicada que era. Andy, en cambio, no era tan estudiosa pero era más creativa. Se metió a clases de música y pintura, con conciertos ya en varios lugares y exposiciones en otros espacios. Apenas tenÃa 13 años.
Sin embargo, hubo un tema que llamó mi atención: "el profe de mate" buscaba acercarse mucho a Diana. Era muy amable, pero también un poco encimoso. A Andrea eso no le parecÃa tan adecuado, pero parece ser más un tema de actitud que de peligro.
Las mujeres saben. Más una como Andrea, que seguro lidia dÃa sà y otro también con gente más cabrona que bonita queriéndole meter la verga. Yo estoy idiota, pensaba en que Linda era demasiada pieza para Alejandro. Tanto que no serÃa tan pendejo para buscar al alguien más.
Ambos estábamos equivocados. Yo en no ver la señal, en dejar ese tesoro que ya tenÃa.
-Yo creo que no tenemos que repetir esto, Andrea. No estarÃa bien para la niña.
-Sólo te pido que no seas pendejo y que nadie se entere. Quiero esa pinche verga y esa boca para mÃ. Mientras no me metas en un desmadre, mi pucha te está esperando.
No tuvo que decir más, volvà a comenzar a besarla al punto de que nos calentamos de nuevo. Mi verga estaba parada y ella pidió que le demostrara que ella era mÃa.
Hice lo primero que se me ocurrió para exhibir dominio: romperle el ano. Le metà la verga de una sola embestida, sin preocuparme nada. Andrea gritó, manoteó, quiso soltarse. Pero nada.
-You belong to me, slut. Your ass is mine. Your body is mine. You belong to me.
-Hijo de puta, mi culo.
-Me pediste que te demostrara que me pertenecÃas. Bueno, tu culo es mÃo. Y tú también.
-SÃ, teacher. Soy tuya. Mi culo es tuyo. Para eso estamos las putitas, para que nos rompan el culo.
Me vine, sin condón, dentro de su ano. Ella también tuvo otro par de orgasmos antes de quedarnos dormidos. Las niñas estaban con su papá, asà que nadie se preocupó por volver a casa. Sólo una llamada de buenas noches, sin decir que yo estaba ahÃ.
Fuimos amantes por mucho tiempo. Cada que las niñas iban a visitar a su padre, nos escapamos para tener sexo. Ella era una maestra en lo suyo y le daba guerra. Dominante natural, pero le gustaba ponerme a prueba con el fin de que yo la domara. Lograrlo era recompensado con orgasmos sucios y demoledores.
Diana se inscribió en la preparatoria y le di clases. Era divertido ver sus trabajos con dibujos de anime en los márgenes, sintaxis y ortografÃa perfectas. Elizabeth se habÃa convertido también en una profesora cercana, como dos fans de las cosas raras...
...y también estaba Alejandro. Buscando un resquicio, una apertura para hacerla suya. Lo consiguió.
Alejandro es un cabrón, pero es un genio que conoce a las mujeres que le vienen bien. Utiliza sus defectos, sus puntos flacos y los vulnera. Con Diana lo hizo. Se convirtió, de pronto, en un intento de figura paterna. En una especie de Agamenon para su pequeña Elektra.
Diana no sabÃa que yo compartÃa la cama de su madre, pero quien querÃa explotar los daddy issues era este maldito.
Una ida al cine bastó. Porque sÃ, papá cuida de Diana y su hermana. Pero siempre es en sus términos. No va a ningún lado si no le gusta. Ir a una función de anime era mucho para él. Y Alejandro tomó eso como una oportunidad.
Lo peor es que me lo presumió, por mensaje de WhatsApp, justo después de que todo sucedió. La subió a su auto, le acarició la pierna al iniciar el camino. Al sentirla incómoda, la tranquilizó acariciando su mejilla. Platicaban del amor, de relaciones fallidas. De la vida. De cómo todos sus novios se iban por temor a su papá. Un "yo no le tengo miedo", que era premonición del desastre.
Entre las sombras del cinematógrafo, Alejandro elevó sus atrevimientos. Tomó de la mano a la niña, acarició más arriba de sus piernas. Buscó entre la blusa sus senos. Me imagino a Diana congelada, sin respuesta. Pero con más atención de la que nunca sintió recibir.
Alejandro le robó un beso, que Diana respondió con la torpeza que caracterizarÃa a una niña de su edad y con su inexperiencia.
El beso fue seguido por una ligera, lenta, búsqueda del clÃtoris sobre los pantalones de la nena. Gemidos, besos. El ataque a los titanes dejó de importar. Aunque un muro muy complejo de tumbar ya habÃa caÃdo.
-No hay nadie en casa. Mi mamá se fue con un amigo.
-¿Tu hermana?
-No sé. Creo que también le dijo a mi mamá con una amiga.
-Bueno, podemos ir a tu casa y ser novios. Yo te cuido, no te preocupes.
Llegó a su casa y, de inmediato, la besó con urgencia. Como si fuera a desaparecer de inmediato ante sus ojos. Le devoró todo, desde la boca hasta las piernas, desnudando sus cuerpos rápido para no perder un solo segundo.
Ella estaba curiosa por la verga que tenÃa enfrente. La tocó con timidez.
-Calma. Mira, pon tu mano alrededor. Justo bajo la cabecita.
-¿AsÃ, Ale (recordemos que el profesor no se llama asÃ)?
-SÃ, asÃ. Ahora mueve de arriba a abajo, primero despacio, pero cada vez más rápido. Yo te guÃo, siente cómo me va gustando.
La chaqueta fue intensa, placentera, gloriosa. Entonces Alejandro detuvo la manita de su alumna.
-Métetelo a la boca. No lo chupes. Sólo mételo. Y mueve la cabeza.
-¿Y si no me gusta?
-Es como meterte un dedito, mi amor, calma.
Una mamada muy improvisada, accidentada, sorteó la verga del maestro. Saliva que estaba por asfixiar a la chica, ligeras mordidas. Pero, de nuevo, le excitaba. Porque era él quien daba lecciones en la cama. Ahora a alguien más joven de lo que nunca tuvo.
Se abrió la puerta. Me imaginó a Alejandro se le congeló el corazón, más viendo que se trataba de Andy.
La niña se quedó petrificada viendo a su hermana mayor de rodillas haciéndole una mamada a un señor ya adulto. Quien quiso salir al paso normalizando el asunto.
-Ho... hola, mi amor. ¿Cómo estás?
-B... bien...
-Soy el novio de tu hermanita. Veo que tú también estás igual de chula. ¿Es de familia, verdad?
Andy era más bajita, pero más delgada. Más blanquita, con el cabello tirando a rubio y los ojos más claros. Con cara de niña, niña todavÃa.
-¿Cómo te llamas, amor?
-Andrea
-Quieres ser mi novia, ¿verdad, Andrea?
Andy sólo pudo responder asintiendo con la cabeza. Aún en shock.
-Bueno, mi amor. QuÃtate la ropa.
Quizá la situación fue tan chocante que Andy se vio un poco obligada a todo. Sin nada de ropa, con un cuerpo pequeño, se arrodilló frente al maestro.
-Buena niña, mi amor. Dianita, ¿le enseñas a tu hermana cómo ser mi novia?
Diana no tardó en enseñar cómo masturbar y mamar la verga de su profesor. Era un lujo, un show, un milagro lo que estaba pasando. Dejó de pensar en lo estúpido que era lo que hacÃa, en las posibles consecuencias. Incluso se dio a la tarea de que se turnaran el miembro en sus pequeñas bocas.
Me consta esa imagen porque tomó foto y la guardó para enviarme esa evidencia, en un alarde de presunción que le costarÃa caro. SÃ, ya se pueden imaginar a dónde vamos.
-Bueno, bueno. ¿Quién quiere ser mi primera novia? ¿Tu quieres, Dianita?
Acomodó Alejandro a su alumna sobre su miembro, permitiendo que bajara despacio. El dolor, natural, se fue diluyendo poco a poco. Pero la sensación de shock en Diana no se fue.
-Qué hermosa estás, mi Dianita. ¿Asà te lo imaginaste?
-No, profe, no. Lo imaginé con otro tipo de... de novio.
-No me digas profe. ¿No te gusta?
-No... no, tanto...
Alejandro le dio una bofetada a la chica, quien se quitó de encima de su verga y comenzó a llorar.
-Perdóname, Dianita, perdóname. No fue mi intención pegarte.
Andy le dio un puñetazo por la espalda, respondiendo el maestro empujándola hacia la pared.
La situación se salió de control, asà que no quedaba más que la amenaza: una palabra a alguien y ellas estaban acabadas.
Acabado estaba él, pero todavÃa no tenÃa idea alguna.
>>101179
Yo tenÃa ese vÃdeo pero se me fue en un celular que perdà xd ojalá algún negro lo resuba
Ig Abi_alu1618