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>>24486
Le gustaba tanto que le metio tremenda denuncia y se hizo la victima Kekw
>>75966
Y más por el alcance del interné, que empiezan a dedicarle tiempo los empresarios o tipos que ganan bien que le prestan atención más que a sus trabajos y encuentran este vistazo donde se dan cuenta que morritas de pleno 18 se andan abriendo de piernas de una por una buena cantidad o simplemente por usar sus bajos instintos que incluso no cubren con sus novios por miedo a ser juzgadas por ellos mismos, si les pide algún juego incluso muy rudo.
En redes sociales, como encuentro cada contenido subido de tono, hice un experimento, y veo que morras de 18 comparten cosas tan sexosas cómo juegos de rol, nalgadas fuertes, cera caliente, ser admiradas por sus culos, y demás parecido.
>>75982
En parte me alegra que siguiera creciendo este hilo pensé que tendrÃa una pausa, pero pues sÃ, hay morras que quieren despertar sus bajos instintos, ser unas puercas porque básicamente sus novios las juzgarÃan o piensan que pondrÃan en riesgo la relación y lo que ellas obtienen en ese momento.
Por eso irÃan con un tipo que si les llega al precio y sin tanto compromiso lo hacen nada que ver con sus amigos más cercanos y familiares, porque ya lo tenÃan bien guardado ese deseo.
Ya hasta ando pensando y viendo que cada morra no más de 25 años que me tope IRL si se atreverá a hacer videos y más puercadas, y vaya como algunas me lanzan indirectas subidas de tono. Incluso sospecho de las más serias y tÃmidas.
Que es lo que me hizo participar al hilo sobre YL de cuál serÃa ese botón que inicie nuestros mejores sexos de nuestras vidas negros.
Todo esto parece que digo lo obvio pero no, hablamos de que todas estas, se llegan a grabar incluso las que pensamos que nunca llegarian a hacerlo.
Ahora el tipo de YL no sabemos a ciencia cierta si se cubre y se da una vida decente y rebien con las ganancias que hace con los videos y consiguio su casa "americana" asà o ya era un tipico whitexican acomodado.
Todo el núcleo de esto negros del porque se atreven serÃa, experimentación por parte de ellas y el control que ellas mismas dan para hacer lo que ellas quieran sin que las juzguen sus familiares cercanos y la pura emoción de ser bien admiradas y deseadas cómo las verdaderas actrices porno del ramo.
Cómo me dijo una amiga tetona venezolana "A mà me encanta que admiren mis tetas cómo todos lo hacen con las chicas de los animes"
Por eso necesitan un lugar y ambiente asà porque otros no le presta.
>>375580 (OP)
kakakakaka que ratona ponete en bolas nena a mendigar a otro lado luser
>>20789
Si sube historias literalmente mostrando las tetas, ya me gustarÃa verte a vos reaccionando a tu vieja o hermana subiendo historias asÃ, a ver q tanto lo normalizas
>>16159
>>16160
>>16161
Negro no se quien eres pero quiero exactamente a esas 3
Manu fue webcam; Amberxqueen
Nikki ni idea
Juliana vende pero no he llegado a ver
Necesitamos esa info
>>101525 (OP)
>>101558
Y tiene una cara de nuestra y salió una tremenda puta 🤠pasa contenido haz de tener
ese comentario lo ha dicho un inspector con bloc de notas en mano.
Está tremenda, ojalá aparezca algo
Elizabeth, en los dÃas siguientes, notó primero una pÃcara alegrÃa en el rostro de Adriana. Más juguetona, sencilla, apacible. Sin embargo, con el paso de algunas semanas, su gesto se tornó más hosco de lo normal. Más apagado de lo habitual.
Hasta que, un dÃa, simplemente acudió con ella.
-Miss, necesito un favor.
-Adriana, qué milagro. Lo que necesites.
-Es que, verá, estoy embarazada.
Yo estaba ahÃ. Yo vi el rostro de Eli encenderse en fuego porque olÃa lo que habÃa ocurrido. Alejandro no me contó, pero tuve que ir yo a sacarle información.
Adriana siempre negó que fuera él. Ella insistÃa en que fue otro muchacho, un amigo de su barrio. Con todo y que el maestro me lo presumió con un trofeo y que Elizabeth le contó a la muchacha que su querido profesor habÃa confesado todo.
El embarazo se interrumpió en una visita fugaz a la capital. Y, a partir de ahÃ, todo fue cuesta abajo.
El rumor de que Adriana se habÃa embarazado la aisló más de sus compañeros. Sus calificaciones bajaron, su interés por las clases se fue al demonio. Llegó la maldita pandemia para comerse su último semestre, mientras su tÃa fallecÃa de Covid. A eso hay que sumar que tuvo que ver cómo Linda, la niña bonita de la escuela, presumÃa por debajo de la mesa ser la novia del profesor que le quitó la virginidad después de ser su figura paterna.
Fueron meses en los cuales Elizabeth y yo la rescatamos. La conectamos con especialistas que, entre los dos, pagamos. Fue un milagro que alcanzara a inscribirse en una carrera universitaria privada de administración, la cual paga trabajando de medio tiempo como becaria en una constructora.
Intenté preguntarle cómo se sentÃa cuando atraparon a Alejandro. Ella me confesó que lloró muchÃsimo, que se sintió un juguete, como una figura decorativa perteneciente a una colección de muñecas. Pero, aún asÃ, no creÃa que el maestro mereciera tanto sufrimiento. Sólo esperaba que aprendiera la lección. Por desgracia para él, el aprendizaje fue en fuego.
Alejandro está en prisión, deseando morir muy seguramente. Sus chicas han hecho su vida. Elizabeth y yo somos amantes ocasionales, puesto que ella no cree que podamos ser ya pareja después de todo lo que ha pasado.
No puedo contarles nada más. Mi relato puede ser ficción o puede no serlo. Hay pistas de lo que pasó en la vida real, pero lo cierto es que pasa en muchos lados y, seguramente, conoces historias asÃ. Sólo que otros no son tan inteligentes para mantenerse como cazadores furtivos durante tanto tiempo, ni tan estúpidos para saltarse sus propias reglas y meterse con las vÃctimas equivocadas.
También es cierto que, muchas veces, testigos como yo callamos hasta que encontramos un foro anónimo de internet donde expiar nuestros sentimientos de culpa por no decir nada, reduciendo todo a un cuento para que otros se masturben.
No es una fábula, no hay moraleja. Bueno, sÃ. Una sola. No seas estúpido.
Buenas noches. Buena suerte.
Tengan por seguro que Alejandro tuvo sexo con más chicas. O, al menos, es algo que para mà es casi un hecho. Pero no me contó mucho más. O no admitió mucho más.
Sin embargo, quizá Adriana fue aquella a quien más daño le hizo. SÃ, incluso considerando los antecedentes con jóvenes como Diana y Andy.
Adriana era una chica linda. Unos ojos verdes preciosos, enormes, enmarcados en un rostro redondo y con una sonrisa que emanaba sexualidad.
Senos enormes, piernas dulcemente firmes y musculosas, un culo de durazno exhuberante.
¿El problema? Alta. Grande. Con curvas muy pronunciadas. Sobrepeso, sÃ. Pero los adolescentes no pueden diferencias lo que vuelve irresistible a un hombre de una mujer.
Esa chica, con su cabello negro largo y su tez extremadamente blanca, era una vampiresa que devoraba miradas. Pero sólo de hombres maduros, quienes veÃan en ella el potencial sexual de una hembra hecha y derecha. A quien, además, unos lentes de armazón delgado le daban un aire inaudito de inocencia.
A una bola de niñatos ese cuerpo que destilaba deseo sólo les inspiraba burlas, mofas. Vaca, hipopótamo y otros apodos crueles.
Una chica increÃble que terminaba siempre sola. Y eso, naturalmente, era un presagio. Alejandro intentarÃa algo.
Elizabeth, por ejemplo, intentó convencerla de su valor. De lo inteligente y genial que era. Pero, cuando tus pares no lo notan, el que externos te lo digan es inútil. La idea era evitar que se volviera presa de un acosador en serie.
Entonces, lo inevitable comenzó a ocurrir: Alejandro le comenzó a poner a atención a Adriana. Primero como alumna brillante en matemáticas, al recomendarle una carrera en ingenierÃa computacional o, ya de plano, actuarÃa. Consejos académicos que se volvieron cada vez más personales.
Recomendaciones para los exámenes de admisión universitarios pasaron a pláticas sobre la manera más sencilla con la cual lidiar con el rechazo. Fue ahÃ, por supuesto, cuando Elizabeth quiso poner un alto.
-Wey, basta. Ya crece. Deja de andar como perro tras las chicas.
-¿Y ahora quién te pegó, morra? ¿De qué me hablas?
-No te hagas, pendejo. Ya sé que le andas oliendo el culo a Adry como el pinche puerco que eres. Es una buena niña, no te quieras pasar de listo.
-¿La maestra de redacción no tiene mejor vocabulario? Mejor ve con el de inglés a que te dé la cogida que te hace falta, córrele.
-Me entero de que le haces algo y no te la acabas, te lo juro.
Adriana vivÃa con sus tÃos. Suena a cliché dramático, pero a veces la vida real es más dura que las pelÃculas y las telenovelas.
Su padre, un piloto de avión, perdió su trabajo con la clausura de Mexicana de Aviación. Empezó la lucha sindical que se ha extendido por lustros, pero se perdió en el alcoholismo al no encontrar trabajo posterior. Murió solo, tirado, afuera de un tugurio. Le adulteraron el trago y falleció envenenado. La mamá, un ama de casa tradicional, simplemente no pudo soportarlo y se ahorcó después de meses luchando contra la depresión causada por la pérdida tanto de su marido como de su estilo de vida.
Esto nos daba a una niña sola, que era cuidada por tÃos quienes lidiaban primero con sus propios tres hijos y, después, le ponÃan atención. No los culpo: una vida de familia era ya complicada y le dieron un techo a una chica en su peor momento. Ella apenas tenÃa 16 años pero contaba con mucha soledad a cuestas.
Alejandro sabÃa cada detalle en la vida de su próxima conquista. Y lo usó para su beneficio. El dÃa del niño le regaló un pequeño peluche de Pikachu, junto con un par de chocolates. Fue recompensado, a cambio, con regalos el dÃa del maestro y, para sorpresa de casi nadie, el dÃa del padre.
El profesor exprimió el complejo de Elektra de Adriana todo lo que pudo. Se convirtió en su guardián, su guÃa, su cuidador. Y se fue alejando de Elizabeth, quien habÃa servido en el plantel como figura materna.
No soy muy creyente de Sigmund Freud, pero Alejandro le estaba dando la razón en esta jugada. Más al considerar que los intentos de Elizabeth por apartarlo de su vÃctima estaban yendo a ningún lado.
Esta pareja de padre e hija tuvieron su momento en una peculiar cena por "navidad". Él la invitó a casa a comer pasta, preparada por él mismo. Vino tinto. Música suave. Plática de todo y nada. De música, de cine. Él tenÃa la pinta de un hombre culto, de persona sabia. Ella hacÃa el intento por parecer a su nivel.
Entonces la mano del profesor fue a la pierna de su alumna, quien tenÃa un vestido color vino, escotado con su grandes pechos. Una botas cafés altas para evitar el frÃo.
La otra mano se posó en la cadera de una chica congelada por la escena. Pero completamente conquistada.
Ella fue quien lo buscó besar, de piquito. Luego se disculpó.
-Perdón, profe, es que yo.
-Es que nada, está bien. Tú me gustas. Yo te gusto. No hay nada de malo con ello.
-Pero es que... qué van a decir...
-¿Te importan?
-La verdad no.
-¿Están aqu�
-No, pues no.
-No digas nada. Simplemente no digas nada. Y deja que todo fluya.
Los besos fueron torpes, pero húmedos. Ella nunca tuvo pareja. Nunca se atrevió con otro chico a intentarlo, pese a lo hermosa que era. Sus complejos se lo impedÃan.
La lengua del profesor recorrió el cuello, mientras sus manos de divertÃan con las piernas y el culo de su niña. Obviamente no tardó en buscar las tetas de la joven para morderlas, chuparlas, besarlas. Los ligeros gemidos de ella lo volvÃan loco. Sobre todo porque ella temÃa dejarse sentir.
-No, mi amor. No tengas miedo. Tú grita, tú habla. Quiero escucharte. A nadie le importa.
El espacio era limitado, pero habÃa un sillón ancho en el que se sentó él después de que ambos se desnudaran con inusitada urgencia.
Mientras ella estaba de pie, de espaldas a él, su clÃtoris era acariciado con suavidad y maestrÃa. Dos dedos, a la vez, encontraron ligeramente espacio dentro de su vagina, hallando esa barrera que a muchos vuelve locos y otras las condena.
La humedad, claro, fue lo que necesitó sentir para que notara lista a su presa. Todo mientras un playlist de jazz se dejaba escuchar en las bocinas.
-Mi vida, acércate y siéntate frente a mi. Con las piernas abiertas.
El pene del maestro se abrió paso despacio en la vagina de su niña, quien se acomodó lentamente sobre el mismo y se aferró a su espalda tras sentir un ligero pero agudo dolor al romperse su himen.
-Tranquila, ya va a pasar, vete moviendo despacio. De arriba a abajo. Asà se va a ir yendo.
Ese movimiento de caderas lentos ayudó a que el placer fuera invadiendo paulatinamente el rostro de Adriana, cambiando el rictus de dolor a uno placentero. Los gemidos se fueron haciendo más intensos.
Ella se estaba abandonando. En algún punto, simplemente, recostó su cabeza en el pecho de Alejandro, mientras movÃa el resto de su cuerpo.
-¿Cómo lo sientes, amor?
-Rico, Alejandro. ¿Te puedo decir as�
-Tú dime como quieras. Sólo te recuerdo que en tu clase soy tu profesor. No otra cosa.
Con las fuerzas que tuvo Alejandro movió a Adriana para adoptar la posición del misionera y darle con todo, con esa furia con la que poseÃa a sus mujeres. La chica no hizo ningún ademán para evitarlo. Sólo, con el maestro sobre ella, lo abrazó con sus piernas fuertes.
Los gemidos en la sala, por parte de ambos, eran sonoros. El hacÃa sonidos por el esfuerzo fÃsico de darlo todo. Ella por el intenso placer recibido.
-No, no pares. Quiero que nunca dejes de hacer esto.
-¿Hacer qué?
-De tener...
-¿Que nunca te deje de coger?
-SÃ, eso. Nunca dejes de hacerlo.
-Dilo, como es.
-Nunca me dejes de coger.
Adriana se aferraba con sus fuerzas al cuerpo de su maestro, quien simplemente disfrutaba de una vagina fresca y recién inaugurada ante el sexo. Ambos terminaron en un orgasmo más que placentero. Con el semen del profesor inundando el cuerpo de su alumna.
Normalmente las chicas sabÃan qué hacer para evitar consecuencias. Pero Adriana, por desgracia, no era como las otras chicas.